jueves, 30 de enero de 2014

¿Culo o tetas?

Por Antonio Bret, hetero de cintura para abajo



¿Pero por qué cojones el ser humano tiene que estar siempre eligiendo entre dos? ¿Mar o montaña? ¿Rubias o morenas? ¿PP o PSOE? Bueno, en este último caso casi que mejor no elegimos a ninguno. ¿Tetas o culos? Me dicen que es el tema de esta semana. Pues qué queréis que os diga, me parece fatal que hayan dejado de lado a la vulva, al coño, al potorro, al chocho, al parrús. Sí que es verdad que no luce tan bonito como un buen par de tetas o un gran culo. También es verdad que, mirándolo bien, parece un filete abierto por la mitad ribeteados por un matojo de pelos que, dicho así, atractivo, lo que se dice atractivo, mucho no es. Pero como soy hombre cumplido y me tengo que decantar y entrar en el jueguecito este de elegir entre dos, lo haré.

Me quedo con las tetas. Por supuesto. Con las tetas amplias, grandes, redondas o cónicas, exuberantes, con pezones oscuros o claros, grandes o pequeños (aunque prefiero lo grande en todo, qué le vamos a hacer). Las tetas dan mucho juego: puedes tocar los pezones e imaginarte que buscas la onda media de la radio hasta encontrar una tertulia sobre la edad media. También puedes meter la cabeza y soplar. Y ya no os digo lo de chuparlas o meter la polla en medio (nótese que, para esto último, la muchacha ha de tener un tamaño de teta considerable, porque si no aquello parece ridículo, apretando dos minúsculos montículos para que haya un poco de fricción).

Sí, el culo también está bien. Que se lo digan a los negros, y a nosotros cuando vemos cualquier videoclip de negros. También está lo del sexo anal, que mola mogollón por todo lo que le rodea: hay gente que no lo ve bien y cuesta un poco de esfuerzo, lo cual supone un rato por un lado y morbo por otro. También meter la cabeza en medio del culo mola lo suyo: te puedes llevar media hora hocicando como un cochino buscando trufa, yendo del culo al coño sin inmutarte. Además, si el culo es grandote, puedes hacer que se mueva como en, sí, otra vez, los videoclips de negros. O puedes decirle que se siente encima tuya. A Sofía Vergara, por ejemplo. En sueños.


Por lo tanto, como me tengo que decantar, lo haré por las tetas. Pero qué son dos tetas solas sin un culo que agarrar. Qué es un culo sin dos tetas que agarrar. Y qué son dos tetas y un culo sin un coño al que meterle una polla. Pues eso. Y no sigo porque parece que estoy cosificando a las mujeres y no, por dios. Que también tienen manos para hacer buenas pajas y nadie me ha dado la alternativa de elegirlas.

miércoles, 29 de enero de 2014

¿Culo o tetas?

Por Flanny, el maricón



Esta semana se nos plantea una difiCULtOSa pregunta en Espectáculo de Varietés. ¿Tetas o culos? ¿Frontal o trasera? Dos curvas peligrosas y gemelas que distan mucho de parecerse. Daré la respuesta al principio: a mí de los tíos me van los culos. Vaya, era algo evidente. No sólo por la foto de inicio -unas maravillosas posaderas peludas y redondas- si no porque, y ahí he de reconocer la envidia que me dan los heteros, las tetas de los tíos son un objeto más de decoración que una parte esencial de las relaciones sexuales. Reconozcámoslo: las tetas de mujer son lo más maravilloso de la creación. De hecho, estoy deseando que alguna amiga me deje hacerle un "brrr-brrr" metiendo la cara en el entreteto para saber lo que se siente. Porque se tiene que estar gua y ahí dentro, haciendo "brrr-brrr". 


Los pechos femeninos son suaves, blanditos y cómodos. Sirven para muchas cosas: como almohada, como antiestrés y, si eres como mi abuela, te pueden servir como bolso-monedero (para pañuelos, billetes y hasta monedas) o, dependiendo del tamaño, para poner los cubatas. 


Los pechos de hombre son sólo estéticos. Son duros para tumbarse sobre ellos, suelen estar llenos de pelo (más les vale, que no estamos hablando de niños) y sí, es cierto que apretarlos mola y pegar un puñetazo de vez en cuando puede ser hasta sexy -que le pregunten a @XChewie por cierta historia que se muere de la risa cada vez que se la cuento-, pero al final, el juego sexual se va hacia otras partes. Porque las tetas de los tíos son secundarias.  


Cuando veo unos buenos pechos de mujer la verdad es que envidio (de verdad) a los hombres heterosexuales. Imaginar el juego que tienen que dar… Aunque, para ser sinceros, si tuviera unos para mí -a mi disposición, no en mi parte delantera-, no sabría muy bien qué hacer, además del citado "brrr-brrr" y jugar con ellas como si fueran muñequitos de esos de apretar. Así que, en un acto de originalidad sin precedentes, un consultorio con consulta, os pregunto… ¿qué hacéis vosotros, oh, hombres heterosexuales, con los pechos, además de usarlos para lo que he comentado un poco más arriba?

Los culos son otra cosa. Ahí sí que nos encontramos en el  territorio gay por excelencia. No sólo por las razones evidentes, que las hay y muchas, pero no me voy a poner en plan guarro a describir lo que es el sexo anal (ya habrá tiempo para eso en próximos posts, seguro). No, no. Va por otro derrotero la cosa: un culo de tío es muchísimo más atractivo que uno de tía. Así, a simple vista. 


Y no sólo atractivo: el culo de un tío es mucho más funcional. Los vaqueros sientan mejor. Es mucho más difícil de conseguir. Las nalgas de acero de Hugh Jackman son mucho más atractivas que las posaderas infinitas de Jennifer López…  

Quizá estoy siendo un poco corporativista. No lo sé. Pero le veo poco atractivo al trasero femenino. Además, ¿para qué lo necesitAH, QUE PARA ESO TAMBIÉN VALE. ENTONCES LA COSA ES MUCHO MÁS DIVERTIDA.    

Pero volviendo a la pregunta… ¿Tetas o culos? Creo que ya tengo la respuesta: si fuera heterosexual pasaría mis días metiendo la cara en el escote de una mujer (o de varias). Vaya, que sería de tetas. Pero siendo maricón como soy… Me quedo con los culos. Llamadme aprovechado, pero les veo mucho más interés y atractivo.

martes, 28 de enero de 2014

¿Culo o tetas?

Por Perradesatan, hetera y entera


Un tío desnudo puede estar bueno o no, pero una mujer desnuda no puede dejar de ser preciosa, a no ser que tenga un hermano siamés muerto unido a su costado todavía. Estoy cien por cien segura de mi heterosexualidad pero eso no va a impedir que me encante ver a una mujer desnuda. 

Y es que cuando me siento a reflexionar sobre la eterna pregunta "¿Culo o tetas?" siempre se me viene a la cabeza la imagen del cuerpo femenino, porque en un hombre no tiene mucho sentido, en mi opinión. Primero porque las tetas de los hombres... pues bueno... si tienen tetas, malo, aunque sean esculpidas de gimnasio, y segundo porque los culos de los tíos, a no ser que sea un culazo que digas "madre del amor hermoso ven acá que te muerda eso aunque me quede como Blancanieves", en general tampoco me llaman demasiado la atención. No me veo pasando horas observando culos de tíos, mientras que sí me veo, y me he visto, pasando horas observando culos de mujeres.


Aunque, fíjate tú por donde, yo soy más de tetas. No puedo negar que alguna vez no haya visto yo un culazo de una tía y haya dicho "¡virgen santa, qué perfección!", pero a mí lo que me gusta más a la hora de mirar son las tetas, porque las tetas tienen tantas formas y colores, que una no se puede cansar nunca de mirarlas. Cuando creías que ya habías visto todas las clases de tetas posibles, siempre aparece una nueva que te vuelve a emocionar.


Eso sí, tengo que reconocer que prefiero la teta grande a la teta chica. Algunas tetas pequeñas tienen su gracia, pero en general me quedo mucho más embobada ante unas tetas así de esas que mano no cubre que ante las chiquiticas chiquiticas. Y, sobra decir, que me gusta la teta natural, con caída, con movimiento, nada del globo ese que se puso de moda que eso ni es teta ni es nada.


Porque da igual que sea teta de señora, de jovencita, de gorda, de flaca, de morena, de pálida... cuando una teta es bonita, ningún culo le va a hacer sombra.

lunes, 27 de enero de 2014

¿Culo o tetas?

Por Snow Fey, la boller


Desde nuestra más tierna infancia la sociedad nos presiona para que hagamos elecciones de lo más comprometidas.  “¿A quién quieres más, a papá o a mamá?”, “¿Te gusta más el Colacao o el Nesquik?”, “¿Cuál es tu Power Ranger favorito?, “¿prefieres la Bravo o la Superpop?” (La Vale era de guarrillas). Así que cuando llegas a cierta edad piensas con alivio que por fin ha acabado la pesadilla, ya no tienes que elegir. Ahora eres una persona madura que se pregunta cosas más importantes, como el sentido de la vida. Hasta que un día indefinido, más temprano que tarde, estás tan tranquila disfrutando con tus amigos de una actividad de ocio cualquiera, y te hacen La Pregunta: “¿Y tú eres más de culos o de tetas?” Y en ese momento, todas las otras elecciones que has tenido que hacer a lo largo de tu vida palidecen, porque, ¿cómo puede haber alguien tan cruel como para hacerte elegir entre dos cosas tan maravillosa? ¡¿Cómo?!

Lo cierto es que cuando era una jovenzuela tenía clarísimo que lo mío eran las tetas. ¿Cómo iba a ser de otra manera? Pechos pequeños, grandes, daba igual. Las tetas eran maravillosas, y además saltaban más a la vista, ¿por qué me iba a fijar en los culos? Y es que la adolescencia se caracteriza por ser esa época en la que todo es blanco o negro, o en este caso, teta o culo. Yo hice mi elección, y la defendí con la pasión propia de esa etapa de la vida. Era una tetaliber.


Sin embargo, a todos nos toca madurar. Es duro, pero es así. Y, a medida que pasaban los años y veía más mujeres desnudas sin una pantalla por delante, me resultaba más difícil responder a la pregunta. No es lo mismo ver un culo en una pantalla, que disfrutarlo retozando en la cama con otra joven lozana, y poco a poco aprendí a apreciar los culos tanto como las tetas. Pero la maldita pregunta seguía acechándome tras cualquier conversación inocente.

Hasta que un día dije con mucha teatralidad: “¡Hasta aquí hemos llegado!”. Y rompí las cadenas de la tiranía de La Pregunta. Ya estaba bien. Esa pregunta sólo es justa si eres negro, que ya se sabe que a los negros le gustan los culos grandes y no pueden negarlo. Si Yahvé, Cthulhu, el Monstruo de Espagueti volador, o la divinidad que sea hubiera querido que eligiéramos, no habría creado tumblr. Abres esa maravillosa web, y te asaltan imágenes de senos turgentes y nalgas maravillosas, y sientes un agradable calor en tu alma y en tu entrepierna, y ahí, en ese momento, eres feliz.


Es por eso por lo que  a Cher pongo por testigo, mientras levanto el puño en alto, que jamás volveré a elegir entre culos y tetas. Hasta luego, me voy a tumblr.

viernes, 24 de enero de 2014

¡Contacta con nosotros!

¿Te gustaría proponernos un tema para las próximas semanas? ¿Te gustaría enviarnos piropos, ramos de flores, ponernos un piso en Torrevieja? O mejor aún, ¿te gustaría ser una de nuestras estrellas invitadas y escribir un artículo sobre alguno de los temas que tratemos en un futuro próximo?

Todo eso (y mucho más, estamos abiertos a todo lo que nos propongáis) podréis hacerlo si escribís a nuestra dirección de correo electrónico: 


jueves, 23 de enero de 2014

¿El tamaño importa?

Por Snow Fey, la boller


Me han pillado, no tengo ni idea de penes. Como estrella dorada que soy, los únicos que he visto son esos que salían los viernes por la noche en Canal+ y, por lo que tengo entendido, no son la norma fuera del glamuroso mundo de la pornografía. Así que voy a hablar de cosas que sí he manipulado con mis manos: dildos.


Los dildos son objetos mágicos que vienen en mil formas, colores y texturas. Entrar en un sex shop es como introducirte en un país de las maravillas, pero con cosas para introducirte en orificios. La primera vez que estuve en un sex shop me sentí como cuando Harry Potter vio Hogwarts en la primera película. Hay dildos dobles, de silicona, anales, del tamaño del pene de Hulk, e incluso se les puede añadir vibración, para que te dé más gustito. Con este amplio abanico de placer sexual es posible que ahora se sientan un poco abrumados. No pasa nada, es normal. Denme la manita si tienen miedo, y sigamos.

Tras una exhaustiva investigación, que es una manera guay de llamar a una búsqueda de Google, he descubierto que está en alza la compra de dildos de tamaños monstruosos. Ya lo decía aquella señora de la Teletienda “Yo no sé a las demás, pero a mí me gustan grandes.” Pues parece que a las demás también, señora. Aun así, también somos muchas las que nos fijamos en la forma. Porque, ¿qué es más importante? ¿Qué te rellenen como al pavo de Navidad o que tenga una textura que favorezca la estimulación y te muestre un mundo nuevo de sensaciones? Las dos cosas, por supuesto. Que no te hagan elegir, cuando lo puedes tener todo. Lo bonito de los dildos es que, al contrario que los penes, hay muchos a tu disposición en una tienda. Yo, sin duda, soy muy fan del que busca la estimulación del punto G. ¿Existe el punto G? No lo sé, pero a mí me da gustito.


Así que, señoras, señoritas y señores, ¿el tamaño importa? ¡Qué más da! ¡Lo importante es la variedad! Promovamos más la cultura del tupper-sex, visitemos más sex-shops. ¡Hay miles de posibilidades que probar! Te aseguro que cuando encuentres el que te gusta, se convertirá en tu mejor amigo hasta el fin de tus días. Fíjense si molan los dildos, que los hay hasta para fans de Jesucristo.


miércoles, 22 de enero de 2014

¿El tamaño importa?

Por Flanny, el maricón



Pues claro que sí. Y quien diga que no, miente. Caballo grande. Pero que ande. 

Ahora, ¿de qué tamaño hablamos? Porque no es lo mismo grande en largo que grande en ancho. Como en todo, en el término medio está la virtud. Uno muy largo te hace tope por todos lados -¿sabéis que hay penes que taponan el agujero que une la nariz con la garganta? Yo tampocof, cof, cof-. No se disfruta. Uno muy corto, así, como un plastidecor, no lo notas. Uno muy ancho te desencaja la mandíbula y estás tres días con agujetas y a purés. Y tu madre pregunta y a ver qué le dices. Y uno muy estrecho… Bueno, ¿conocéis el concepto pene-lápiz? Pues eso 

Sin embargo, de todo se puede sacar algo bueno. Os voy a contar un secreto: aquí donde me veis, yo no siempre he sido el maestro amante que soy ahora. De hecho, el sexo oral se me daba un poco de pena. No sabía cómo meterme un pedazo de carne como los que me encontraba en mis encuentros (he tenido mucha suerte, lo reconozco) y trabajarlo cómodamente en mi cavidad bucal. Hasta que me puse a salir con un chaval que la tenía extremadamente pequeña. Tamaño lápiz de labios abierto –las chicas lo tenéis ya claro, los chicos, pues incluso antes-. 


Pues bien, lejos de deprimirme por el tamaño –cosa que, por otro lado, tampoco es para ello, que tenía muchas cosas buenas y tal- el pintalabios me vino muy bien para aprender a hacer grandes felaciones. 

¿Cómo? Pues muy sencillo: como me aburría como una ostra porque me sobraba boca por todas partes, decidí ir improvisando: una succión más fuerte aquí, un lametón más largo allá, un esconder el capullo en el prepucio [si queréis más información, a la Wikipedia, que no tengo espacio] un deep throat sin miedo a ahogarme… Y, oye, ¡resultó ser una fantástica pilila de prácticas! Como unos ruedines para las mamadas, vaya.

Muchos dirán que siendo activo el tamaño del pene del pasivo no me debería importar, pero… ¡También está el sexo oral! Y donde se ponga un pene bonito, grande y bien duro, que se quiten los dedos esmirriaos. Lo siento, en este tema soy tajante. Llámame mamón (que me lo llaman), pero. 


También os digo que hay fórmulas para que vuestro pene parezca más grande. Un recorte de pelo hasta la base del pene (que hay gente a la que el pelo le nace a medio rabo y hace feo), un arreglo del matojo (pero sin eliminar del todo, que parecéis niños), adelgazar unos kilitos (parece más grande, DE VERDAD; y no me paga Naturhouse),… Muchos son los truquitos que los tíos usamos para que nuestro amiguito parezca más grande de lo que es. 

Pero el mejor truco es la seguridad. No os imagináis la de veces que un tío con un rabo normalito se me guarda en la memoria como un pollón gracias a su seguridad. Y su maestría también, que quien está seguro de su polla es más ducho al usarla, esto es así. Que los activos seremos muy activos, pero un tío que nos planta el rabo ante la cara y nos dice que nos amorremos, es un tío que va a acabar pasando a tener un lugar especial en nuestra agenda de contactos.

De hecho, un momentito, que tengo que mandar un par de whatsapps. Para una cosa. 

Total, que sí, que el tamaño importa. Y por el tamaño importa quiero decir que a todo el mundo nos gusta grande. Luego habrá a quién le guste más grande o menos grande, porque luego hay anchos (y largos) que son imposibles. I-M-P-O-S-I-B-L-E-S.

De todos modos, no os preocupéis. Como fundador del miércoles de #fotopene por Line puedo deciros que en Twitter hay de todo, pero predomina lo grande. 

Vamos, que Nacho Vidal no se sentiría muy superior. 

martes, 21 de enero de 2014

¿El tamaño importa?

Por Perradesatan, hetera y entera


Dice el viejo dicho "caballo grande, ande o no ande"; y todos sabemos que la sabiduría popular y antigua nunca jamás ha mentido, así que la pregunta queda respondida. Pero, ¿en qué situaciones importa el tamaño?


Yo diría que en todas, para bien o para mal, porque en el momento que algo existe físicamente, su tamaño empieza a ser relevante. Otra cosa son las preferencias de cada uno. Yo he vivido muchas experiencias en las que el tamaño ha importado, y mucho, así que os contaré una.

En el año 2006 "mi padre me obligó" a sacarme el carnet de conducir, y me costó muchísimo porque a mí estudiar una cosa que no me gusta se me da fatal, pero al final lo conseguí y a modo de premio o de "jode este y así no jodes el mío" mi padre me compró un coche. Pequeñito. Y aunque una siempre tiene que perderle el miedo a la primera vez y a empezar a moverse por la ciudad en coche sola, la verdad es que el hecho de que el coche fuera pequeño me ponía las cosas muy fáciles: desde tomar curvas hasta aparcar, en prácticamente cada situación, el tamaño de mi coche era crucial. En el año 2012 me fui a vivir a Estados Unidos a trabajar como aupair. En este país es imprescindible conducir, puesto que, excepto en Nueva York, las distancias son enormes ya que es un país al que no le preocupa el espacio. Al llegar a mi destino me esperaba un enorme Toyota de siete plazas que sería mi nuevo compañero de aventuras durante un año. Acostumbrada a mi pequeñín, los primeros días fueron duros y me costó bastante hacerme al coche, pero chica, pasado el año, iba yo más a gusto en mi Toyota de lo que jamás lo estuve en el Seat Ibiza, y habiendo probado el Toyota (automático, además, pero ese es otro tema), ya no quiero un coche pequeño en mi vida.


El tamaño importa y a mí me gustan las cosas grandes. Y, mira, ya que estamos, las pollas también. Aunque solo sea estéticamente, una polla hermosota y proporcionada luce mucho mejor que un diminuto cacahuete. ¿Que las mujeres estamos condenadas a sonreír a nuestras parejas sexuales y hacer como que no nos importa lo que tienen entre las piernas? Pues sí, por lo que sea (machismo??) se ha establecido que el tamaño importa para todo menos para el tamaño de los penes, para que no se preocupen los probrecicos, porque, al fin y al cabo, esto es naturaleza pura y dura, y lo que Dios te da no se puede cambiar.

Y mujeres como yo, que nos pasamos toda la vida preocupadas por el tamaño de nuestros culos, tenemos que convenceros de que realmente nos da igual lo que tengáis entre las piernas. Y de tanto haber escuchado que no hay que juzgar a un hombre por el tamaño de su miembro viril al final nos lo hemos creído, yo la primera, y, aunque he tenido mis momentos, ya me he dado cuenta de que puedes querer un coche porque sea más grande o más pequeño, pero el tamaño nunca debería ser algo crucial para elegir o no a una persona. 

lunes, 20 de enero de 2014

¿El tamaño importa?

Por Antonio Bret, hetero de cintura para abajo



Que sí, que ya sabemos todos que vivimos en una sociedad machista. Que si a las mujeres se las cosifica, se mercadea con su cuerpo en películas, series, publicidad, etc etc etc. Pero oye, con esto del tamaño pasa una cosa muy curiosa. Pregúntenselo a quien sea. Eso. Sí. Lo de que si el tamaño importa. Vayan ustedes, no sé, a algún amigo, amiga, pariente cercano. No tanto para que sea su madre o su padre, no vaya a ser que, con razón, les crucen la cara ante tamaña pregunta. Os puedo asegurar al 100% que en lo primero que piensan es en la polla. Ya sea hombre o mujer, hetero o gay. Gay hombre, que a una bollera le preguntas 'el tamaño importa' y te puede poner una cara de asco pensando en penes que ni la que pondría un musulman en el McDonald's. Y me parece mal, como hetero practicante que soy. Inciso: digo lo de practicante porque, en la teoría, soy muy maricón, pero eso daría para otro artículo. 

En fin, que a mí, cuando me preguntan si el tamaño importa, no pienso en pollas, qué queréis que os diga. Pienso en TETAS. En culos también, pero después. En coños ya no tanto: no me importa su tamaño, a no ser que la muchacha en cuestión tenga dos orejas de judío por vulva. Pues eso. Y el tamaño importa, claro que importa. No creo que haya nada más sexualmente atractivo para un heterosexual que dos tetas grandes y gordas. Que el escote esté dividido por dos redondeces carnosas, pungando por salir de la carcel de tela que las aprisiona. Igualito que esas pobres mujeres que se ponen escote y vislumbramos, impudorosos, un esternón frío y aséptico que haría las delicias masturbatorias de un Cronenberg de los buenos tiempos. Un par de tetas que se rebosen en las manos, que no se abarquen, que se puedan usar como arma. Que cuando te abracen te den más calor que ese cuñado al que temes todas las navidades. Y los culos, bueno. Los negros lo saben. Nunca verás a un negro con una flaca. Los culos tienen que ser prominentes, no hay nada que dé más pena que el culo escuchimizado de una tía delgada: cuando los veo me pregunto cómo coño harán los pantalones para no perder la forma natural a la que estaban predestinados.

Tras esta perorata, me pongo al descubierto. Me gustan las tías rellenitas. Pero ojo, a lo que hoy se conoce como rellenita, que, en el más optimista de los casos, se hace referencia a una 40. Me gusta la salud y la jovialidad, lo exuberante y la desmesura. Será, seguramente, que me quedé petrificado al ver a la estanquera de Fellini en Amarcord, o a esas acróbatas del sexo setentero que de pequeñas tenían poco. En el porno, por tanto, busco antes el término 'chubby' que el 'top model'. 

Por eso, claro, un rotundo sí a la dichosa pregunta. El tamaño importa. Claro que sí. Y bueno, para satisfacer la curiosidad de las heteros (sí, venga, las bollos también, por aquello de los dildos) que me están leyendo: Sí, el tamaño de la polla importa, claro que sí. E intuyo que prefieren pasar un poco de dolor con un buen tronco que preguntarse si aquello ha acabado por entrar o por deslizarse, nuevamente, por el interior de la bragueta del tío. Así que, si tenéis un tamaño medio, incluso estándar tirando para abajo, moveos con gracia, que se note menos que andáis escasos. Y en el gimnasio no os acomplejéis: daos un toquecito antes de salir de la ducha, y a lucir polla.

domingo, 19 de enero de 2014

Snow Fey


Nací un 7 de octubre de 1986 y no lo recuerdo bien, pero creo que le miré las tetas a la enfermera. A mi desarrollo bollosexual contribuyeron, entre otras cosas,  Caroline corriendo en Los Vigilantes de la playa, Scully siendo científicamente sexy, y mi visionado clandestino de Showgirls. Alguna de mis aficiones son abrazar a mujeres con las piernas, reírme con los tweets de Cher, quejarme de que no follo y la ciencia ficción. Sueño con ser periodista, visitar la Nave del Misterio, casarme con Tina Fey, y con que Cthulhu se despierte y nos mate a todos.

sábado, 18 de enero de 2014

Antonio Bret


Nacido hace 36 años en el sur de España, Antonio Bret estudia producción de cine y TV pero se dedica, durante dos años, a contar historias de copleros en “Se llama Copla” de Canal Sur.Cinéfago y heterosexual solo de cintura para abajo, es fan de Lucio Fulci, David Cronenberg, Hayao Miyazaki y Mónica Naranjo. También es adicto a los one hit wonders de los 80 y el porno de los 70. Rechaza la depilación púbica y quiere abrazar, un día, a Phil Collins. 

viernes, 17 de enero de 2014

Perradesatan


Hice la comunión cuando tocaba, pero ya se me ha pasado el arroz para casarme, así que ocupo el tiempo que ya jamás le dedicaré a ningún marido a leer, a ver películas, a escribir y sobre todo a dar la lata. También doy la lata en un montón de blogs personales y, 24 horas al día, 7 días a la semana, en twitter.  

jueves, 16 de enero de 2014

Flanagan McPhee


Una vez me puse en la BIO que era el Marica oficial de Twitter y coló. Sigo sin follar, pero por lo menos puedo ponerlo en las tarjetas de visita. Experto en decir cosas y que parezca que suenan coherentes. Y sé dar besitos hasta en las pestañas.