domingo, 25 de mayo de 2014

Reading is sexy, pero a mí me pone más...

Por Perradesatan, hetera y entera


A mí esto del "reading is sexy" me parece una moda como pudieron serlo las hombreras en los ochenta. Ahora se lleva mucho eso de leer, que no quiero decir con esto que yo esté en contra de que la gente lea, más bien todo lo contrario, pero una cosa es leer porque quieres, porque te apetece, porque te apasiona, porque no tienes amigos, porque odias a tus amigos, por lo que sea; y otra cosa es leer por puro postureo. Y me temo, queridos amigos, que el "reading is sexy" que se predica ahora tiene más de postureo que de ninguna otra cosa más.

Mírala ella, qué sencilla y cómodamente se sienta a leer

De todas formas, puedo entender que a aquel o a aquella que realmente les apasione la lectura les resulte sexy encontrarse a una persona leyendo. Pero a mí eso no me pasa, fíajte. A mí me gusta leer, me gustan los libros, y cuando veo a otra persona leyendo lo que más me gusta hacer es curiosear a ver qué libro se está leyendo. Y hasta ahí. No tengo fantasías sexuales con lectores, la verdad.

Pero hay otro arte que sí despierta en mí mis instintos sexuales. El séptimo, para ser más concretos: el cine. Una de mis fantasías sexuales nunca realizada es tener sexo en una sala de cine pero no con mi novio, o mi acompañante o algo así, fácil, que podría hacerlo cualquiera. No, a mí me gusta mucho ir al cine sola (y cada vez me gusta más, la verdad) y siempre he fantaseado con conocer durante la proyección a otro solitario cinéfilo con el que dar rienda suelta a mi pasión mientras nos acompaña de fondo una buena película.


Y otra de las cosas que he estado muy tentada de hacer en una sala de cine ha sido masturbarme. Yo creo que para esto los chicos (como para muchas cosas, cabrones) partís con ventaja. Porque os sacáis la chorra y fuera. Pero yo tendría que si desabrocharme el pantalón (pocas veces se ha visto a Perradesatan con falda), que si bajártelo un poco para poder abrirte un poco de piernas, que si meterte la mano dentro de las bragas, que si darle al froti-froti (que tampoco te vas a llevar el consolador al cine, me parece a mí).

A lo mejor alguno se pregunta cómo puede estar una tan enferma de no poder reprimir sus ganas de masturbarse viendo... solamente cine. Pues anda, que me negaréis vosotros no que hay películas que están hechas con tanta sexualidad y tanto morbo que es imposible resistirse. Aunque en el cine todavía no me he desabrochado nunca los pantalones, en casa he tenido que parar más de una y más de dos y más de tres películas para masturbarme y luego seguir viéndola. Y si queréis ejemplos, os los doy. Creo que la primera película con la que me pasó esto fue con American Psycho, lo cual dice mucho de mi salud mental.


Afortunadamente, no creo que nunca se ponga de moda eso de "ir al cine es sexy", así que mi fantasía sexual va a tener que esperar, la pobre, muuuchos años, o quizás toda la vida, para verse satisfecha.

sábado, 24 de mayo de 2014

Reading is sexy, pero a mí me pone más...

Por Flanny, el maricón


… una buena alfombra de pelo.


Sí, yo ya me descubro totalmente. Por si acaso quedaba alguno que no lo sabía, soy de los que piensa que, donde hay pelo, hay alegría. Y en mi caso, un buen empalme.

Atrás quedó la época del metrosexual, ese ser inefable que se afeitaba/depilaba el pecho, el estómago, las piernas, los brazos, la espalda, el vello púbico, las cejas, las patillas, las nalgas y, si me apuras, hasta el agujero del culo. Vaya, un tío que le caía una gota de sudor en la sien y hacía carrera para llegar al tobillo.


El pelo es sexy. El pelo es bonito. El pelo es masculino. Bien poco me importa que no sepas hacer la o con un canuto mientras tu pecho sea hirsuto (soy muy muy muy muy muy muy muy muy superultrahipermegamaxifan de esta palabra, intentaré usarla unas cuantas veces). Porque no hay nada más sexy que un pecho con su pelo –ya que nos ponemos, oscuro, aunque no le haré muchos ascos a un pecho pelirrojo- y su sombra capilar.

Pasar la mano por un pectoral con vello es una sensación indescriptible. Pasar la mano por un pecho depilado no es acariciar, es “dar cera, pulir cera. Y aunque no tengas mucho. Un pecho natural siempre será mejor que uno Gillette.


Que, a ver, tampoco estoy hablando de pelo rollo Chewbacca en La Guerra de las Galaxias, eh? Que hay alguno que para comerle el rabo tienes que hacer expedición a lo Indiana Jones y tampoco es agradable.


En el término medio está la virtud. El pecho puede tener más libertad de crecida. Y las piernas y los brazos, también. A mí, en mí, no me gusta ningún pelo en la espalda y pongo remedio para los 4 pelos mataos que la naturaleza y la genética me han incrustado encima del culo. Pero vaya, ahí ya cada cual. He conocido a una persona a la que le gusta que le meen dentro del culo. Así que seguro que hay gente a la que el pelo en la espalda nivel hacerle trenzas le ponga muy pálot.


Sin embargo, esto cambia cuando hablamos del vello púbico. Vello público para algunos, que son de lo más suelto y a la que le dices dos cosas, ya te están enseñando su varita mágica. Pero no me quiero desviar por esos derroteros.


Chicos, el tamaño importa, como me preguntaban aquí –llevo también tiempo queriendo linkear a un post antiguo mío, así que hoy estoy cumpliendo mis sueños más lúbricos en lo que a escribir se refiere–, y hay veces que la genética no nos regala un tamaño digamos excesivamente vistoso. Para que parezca más presentablehay truquitos. El más claro, desde mi punto de vista, es el de un buen recorte. “Cuando no hay arbustos, el árbol parece más grande”.

Así que pelotas afeitadas, que por ahí tiene que pasar la lengua, tronco del pene a cero (porque también pasan la lengua y los labios) y en cuanto al matojo… Pues con un par de centímetros (si tenéis buena mata) es suficiente. Incluso con uno y medio.


Porque el pelo nos gusta. Cada día a más gente. El pelo es sexy (lo sé, me repito, pero es que es verdad).

Aunque, bueno, si un hombre hirsuto me recibe en calzoncillos y leyendo un libro tampoco me voy a quejar.


martes, 20 de mayo de 2014

Reading is sexy, pero a mí me pone más...

Por Isabel, lesbomoñas


Reading is sexy, pero a mí me pone más… acariciar sutilmente las delicada superficie del teclado.

Esto es lo primero que pensé cuando me propusieron este post, pero estaba yo revisando Tumblr (el de SnowFey para concretar más), y me he encontrado con la foto de Alexandra o Alessandra Daddario, porque da igual cómo lo escribáis que veréis a la misma muchacha. Esa chica que sale en las pelis de Percy Jackson. ¿No os gusta la franquicia y seguís sin saber quién es? No os preocupéis, esto se arregla con una foto.


Y claro, después de ver semejante insinuación, la inspiración se ha pirado a esa piscina para tener más de cerca esos increíbles ojazos y por si necesita cualquier tipo de favor, no sea que los tacones le pesen mucho, la mujer se ahogue y la humanidad se pierda tan estupendas vistas. 

Todo un acto altruista, vaya, así que me he dicho: ¿qué puede ser más sexy y ponerme más que las mujeres? Si es que hay auténticos bellezones que no sabes dónde se habían metido cuando vas  caminando por la calle. 

Porque, aunque tenga novia y sea un bombón (claro, que voy a decir de mi novia), no hace mucho ya comentamos que, como Ross en Friends, tendríamos que hacer una lista de gente famosa con la que quisiéramos pasar la noche y la verdad, podría incluir a Alexandra sin problemas.


Aunque la intención insistía en dedicaros algo poético la mar de bonito, formando una enrevesada historia cortita con ciertas palabras sueltas, también ha desistido en cuanto ha pasado la página y ha visto a Scarlett Johansson.

Las rubias no es que me hagan mucho tilín en general, pero en este caso particular me da igual que ese sea el color natural de Scarlett y que luego se vuelva morena o pelirroja, porque está igual de buena regalándonos selfies de su trasero en el espejo y desnudos frontales en su próxima película.

Total, como estoy remodelando el texto voy a seguir con esta improvisación, de paso conocéis mis gustos y os dejo plasmadas a unas mujeres maravillosas. Es un tres en uno de lo más reglamentario y oportuno. Así que las cosas súper cuquis que os iba a contar han volado, cual baraja de cartas de corazones, las mismas que encontrará Alicia cayendo por la madriguera camino al País de las maravillas. 


Que no es casual que yo cite el mundo Disney, porque la siguiente en la lista (aunque no vaya por orden) es Lana Parrilla. Y no sé si seguiréis Once upon a time, pero es que no puede faltar.  A parte de guapa, su carácter en la serie, la cicatriz del labio y sus tetas (hay unos cuantos planos de escote generoso debido a los ceñidos corsés que te regalan la vista) me pone tremendísima. Quizá es por el rol de la Bruja Malvada, porque desde que empecé a asumir mi bollerilidad tengo claro que las mujeres que van de malotas tienen un poder intrínseco en hacer que se me caigan las bragas. 


Así que imaginaros hasta qué punto me afecta Gina Gershon en Bound (Lazos ardientes) su corte de pelo, los bóxers y sus particulares morritos.

Pero puede ser aún más una completa locura si llevan ciertos diseños estratégicamente situados en su cuerpo. Porque la siguiente, y anónima, fémina, lleva un espléndido tatuaje de un águila, y eso ni tan siquiera existía cuando he dado con la foto ya que me estaba fijando en su culo.


Por último, y para despedirme, la última mujer de la lista, también con una esplendorosa anatomía delineada y que quizá en un futuro perderá enteros por sus fotos sin maquillar: Angelina Jolie.


En estos momentos su belleza, lo bien que le quedaba el vestido de la gala de los Oscars de 2012 mostrando pierna, esa sonrisa y a sus carnosos, sugerentes y muy besables labios, son cosas a las que, no sé vosotr@s, pero yo no puedo decir que no.

Aish, mujeres, tremenda criptonita.

lunes, 19 de mayo de 2014

Reading is sexy, pero a mí me pone más...

Por Aday, heterocerdo



Leer enriquece, te ofrece una gran variedad de visiones sobre muchos aspectos de la vida, te la mejora, te hace aprender y te aporta una gran profundidad. A no ser que leas "50 sombras de Grey", claro. No es que sea yo muy de aprovechar este tipo de best-sellers para hacer chistecitos y demostrar que soy mejor por no leerlo, pero es que este en particular me toca mucho las narices. No lo he leído, por supuesto. Pero, maldita sea, no hace falta comer mierda para saber que apesta y sabe horrible, ¿verdad? Los personajes impostados hasta el extremo, la farsa intelectual, la doble moral, el porno para mamás. Todo eso me toca los cojones.

Pero no estamos aquí para hablar de eso. Al tema. Leer es maravilloso, vale. Pero, ¿sexy? Primero habría que delimitar, o incluso abrir el término "sexy" para saber si puede abarcar la lectura o no, claro. Pero, así, a bote pronto, a mí leer no me parece sexy.

Lo que me parece sexy es escribir. Más concretamente, me parece muy sexy escribir y pensar en la gente que me pueda leer. Quiero poneros cachondos, haceros sacar una sonrisa, o dos, o tres. Quiero haceros pensar. No soy yo quien, ni quiero serlo, para enseñar nada. Pero sí quiero que penséis en mí como un tío que se sienta al ordenador cada semana para escribir un artículo en Espectáculo de Varietés siempre con un aire desenfadado y un gran barniz de superficialidad e impostura, como toda obra pop. Cuidao, que no me estoy nombrando artista popular ni nada de eso. Aún no. Pero me gusta pensar que blogs como este ayudan a reanimar con cada artículo el Pop, con mayúscula. ¡Maldita sea! Un maricón, una bollera, una hetera y un heterocerdo compartiendo espacio para opinar sobre el mismo tema cada semana. Todo eso comandado por alguien que ni siquiera sé con certeza si es hombre, mujer, o persona en general. ¿Cómo cojones no va
a ser eso despertar el Pop? Solo falta un negro para que además sea tendencia y cultura. Tenemos esa responsabilidad. Pop is dead, but we are alive.

Hace años escogí dejar de estudiar, académicamente hablando. Porque leer y aprender cosas me encanta, pero estudiar me parece un coñazo antológico. Esto lo digo desde mi respeto y admiración a todos los que se parten el lomo estudiando, que claro quede.

Lo hice porque vendí mi cuerpo y alma al showbiz. No hay nada más sexy que el negocio del espectáculo. Parafraseando a Roxie en "Chicago": soy una estrella y el público me ama, yo los amo a ellos, ellos me aman por amarlos y yo los amo por amarme, y nos amamos mutuamente porque nos faltó amor de niños: ese es el negocio del espectáculo. ¡Decidme si no es sexy, joder!

Desde entonces he hecho varias cosas con las que no os voy a aburrir. Ya lo leeréis en Wikipedia cuando sea famoso. Lo importante es lo que he aprendido desde entonces. Muchos quieren ser actores, cómicos, cineastas, o lo que sea. Pero no tienen ni idea de lo que significa serlo, no tienen conciencia de tal y tienen una falta grave de conocimiento del medio al que quieren pertenecer. Están ahí y todos conocemos a más de uno. Eso sí que no es nada sexy.

Yo os prometo que puede que acabe siendo cajero del Día hasta el fin de mi vida, pero seré el cajero del Día con más sentido del showbiz que hayáis conocido. ¿Sexy? Decídmelo vosotros.


Uno entra, o quiere entrar, en este mundo porque mola. Hay gente que cuenta patrañas. Que lo hace por la necesidad de contar historias, que es una responsabilidad... Desconfiad, siempre. Uno entra porque mola, porque quiere ser recordado. Por la alfombra roja, por las fotos, por los focos. Y por las palabras de Roxie.
¡Mierda! Sexy a más no poder.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Mentir para ligar

Por Flanny, el maricón


“23 cm. Gorda. Gran lefada. Me lo trago. No sex x sex”. Venga, va, joder. Y estás aquí en una aplicación a la que llamamos Telepolvo.

El tema de esta semana es el de las Mentiras para Ligar. ¿Quién no ha mentido para llevarse un tío a la cama? Bien es cierto que en el mundo gay hace falta mentir poco para follar. 


-¿Quieres follar?
-Poj vale

Y ya está hecho. O la mayoría de las veces. 


Sin embargo, la tecnología nos está convirtiendo en unos mentirosos patológicos. Selfies desde el punto de vista correcto, fotos de polla con ángulos imposibles para que parezcan el doble de grandes, un recorte por aquí, un brillo por allá, un contraste de menos por acullá… Y ya tenemos la fotografía perfecta. ¿Qué más da que seamos morenos, bajitos y con tripa si en la foto nos parecemos a un dios nórdico en un día tonto?


Reconozco que yo también lo he hecho. Mea Culpa (no, Culpa, aquí no; existen sitios para hacer esas cosas, cochino). Pero, como decía mi madre, “se pilla antes a un mentiroso que aun cojo”. Aunque haya cojos que corran maratones. 

Recientemente he tenido una corta visita a mi casa de un chico relacionado con el marketing. Su frase “underpromise, overdeliver” me ha hecho cambiar de opinión en cuanto a las mentiras para ligar. Es mejor hacerte un poquito de menos y luego deslumbrar con tu esfuerzo que fantasmear de algo que al final se va a notar que no llegas. Me explico.


Pongamos, por ejemplo, la frase con la que he comenzado este post. ¿No sería mejor decir “Por encima de la media. Anchita. Me gusta jugar hasta el final. Hoy me apetece jugar” y que luego, al abrir el paquete, te encuentres con un pene maravillosamente monstruoso? 


Underpromise, overdeliver. Es mi nuevo mantra.

“Te voy a volver del revés como un calcetín”. Y luego el chico no llega a producirte un orgasmo ni con 3 dedos, un dildo, dos vídeos porno y su mejor actuación. 


Chicos, chicas, ¡dejemos de mentir por arriba y empecemos a mentir por debajo! Es la mejor opción para dejar una buena impresión. Es mucho mejor decir “no la chupo nada mal” que “va a ser la mejor mamada de tu vida”. Porque, de ese modo, si resulta que a él le gusta que le muerdan y le hagan un deep throat (y tiene un cacharro por el que Nacho Vidal llora de envidia) y no puedes ni meterte la mitad, al menos, el chico sabrá que te estás esforzando por hacerlo bien y no le decepcionarás. Queremos que repita, ¿no? 

En la vida hay que ir como en un departamento comercial: queremos vender durante mucho tiempo, no una vez y si te he visto no me acuerdo. Y el boca a boca es la mejor publicidad, así que dejémonos de “soy una máquina en la cama” y pasemos al “me inspiras para esforzarme al máximo”. El halago siempre será mayor y el resultado, seguro, mucho más positivo. 


Probadlo y me decís. Y ya os dejo, que me estoy camelando a una nutria con palabras bonitas y mentiras piadosas para ver si esta noche no duermo solito. Y para ver si le revoluciono las hormonas un pelín.

martes, 6 de mayo de 2014

Mentir para ligar

Él:

Él entró aquella noche en aquel local de moda con ganas de marcha. Vestido con sus mejores galas, traje blanco de fin de año aparte. Sus cabellos, engominados con extremo cuidado hacia un lado. Peinado con Nenuco, decía su madre cuando lo veía de esa guisa. Su barba de unos días desapareció convenientemente antes de la ducha. Sus amigos, no tan cuidadosos como él pero más guapos, hacían bromas sobre su aspecto y sobre sus intenciones. Él, seguro de sí mismo, entró con ganas. Ron-cola en mano, desde la barra, observaba a las mujeres del local como si fueran presas. Vio a su elegida de esa noche. Lo suficientemente guapa para motivarle, pero no demasiado como para estar fuera de su liga. Bajita, eso le hacía sentir más seguro, pues él no superaba el 1.70. No le hizo falta armarse de valor para abarcarla: ya iba preparado de casa. Pim, pam, pum: a por ella.
-¿Qué bebes? Eres la primera que veo con una bebida rosa -le dijo, no sin dejar de preguntarse si ese era un buen "opener".
-Es un mojito de fresa. Cosas de chicas -soltó una risilla aguda, cosa que a él le gustó.
-¿En serio? Pero si dije que no los sirvieran más -respondió, enigmáticamente.
-¿Cómo?
-Sí, a los camareros, les he dicho que no sirvan más eso. No te ofendas, es solo que... mojitos de fresa... no es el tipo de bebida que quiero para mi discoteca.
-¿Tu discoteca?
-Oh, sí, disculpa. Me llamo Manu. Soy el dueño de esto. Bueno, técnicamente el local no es mío... pero el negocio, la marca, ya sabes.
-Eh... ya, ya.
-Por eso te comentaba, es que no me sonaba que sirviéramos cosas así.
-Ya... bueno, no vayas a abroncar a tus camareros por mi culpa -otra risilla aguda.
-¿No? Espérame aquí.
Fue hacia la barra y le dijo algo al camarero. Imposible para ella saber qué, pero parecía que muy alto, y con aspavientos. De repente, se dio la vuelta y volvió hacia ella.
-Lo siento. Es que odio que me desobedezcan. Maldita sea, trabajan para mí, ¿no?
-Sí, sí... pero relájate. No es bueno que te pongas así.
-Lo siento, preciosa. Es la dura vida del jefe. ¿Tienes éxito? Sí. ¿Poder? Desde luego. ¿Contactos? Indudable. ¿Sex-appeal? Tú dirás. Pero eso es solo lo que la gente ve. Hay muchas cosas detrás.
-¿Me las contarás?
Esa pregunta fue el comienzo de una conversación absurda, en la que él intentaba convencerla de lo poderoso que era, casi un magnate. Pero que aun así sufría, porque la vida no era un camino de rosas. Lástima que se había dejado el Porsche en casa hoy, le dijo, porque si no le hubiese dado un paseo. Podemos ir en taxi, le respondió ella. Luego, en su casa, tuvo que convencerla de que, a pesar de ser casi un magnate, le encantaba vivir de esa forma modesta. De lo ocurrido después no hay documentos gráficos.


Ella:

Como cada viernes, se preparó junto a sus amigas para ir a su discoteca favorita. Un bonito vestido, unos bonitos zapatos y sesión de peluquería y maquillaje. Una vez en la discoteca, con su bebida favorita en la mano, le entró un chico bajito, medio mono, parecía simpático. Le pareció gracioso que el pobre desesperado intentara colarle que la discoteca era suya. A ella, hermana del verdadero dueño. Le siguió el juego, porque, qué demonios, no estaba de más hacer favores. Y por eso se bajó las bragas, por hacerle un favor al muchacho, que le había caído bien y le gustó que se tomara tantas molestias.

Fin.

jueves, 1 de mayo de 2014

Mentir para ligar

Por Isabel, lesbomoñas


Mentir es, como dice el principio del estribillo de la canción de Los Zigarros: hablar, hablar, hablar para no decir nada. 


Hay gente que se dedica a mentir por oficio, por supervivencia o porque la primera mentira llevó a otra, y ésta a otra, y ésta a otra, y ahora la bola es tan grande e imparable como una avalancha de nieve. La bonita y recurrente metáfora me lleva a pensar que tod@s conocemos a alguien que nos ha mentido, como los padres con lo de los Reyes Magos sin ir más lejos.

Por lo general suelen decir que es una mentira piadosa por no romper la magia de la navidad, que siempre parece que queda mejor decir esto y no parece tan grave, en un principio, ¿pero no es contradictorio, sobre todo para un/a niñ@ cuando te dicen que siempre digas la verdad y que si no te crecerá la nariz? 


Es que me traumaticé mucho de pequeña cuando me llevaron a ver Pinocho (esto da para muchas lecturas Freudianas, lo sé), y personalmente se nota a la legua cuando estoy tergiversando la verdad. Pero bueno, quizá tampoco te parezca tan grave, y vas creciendo, ¿madurando?, y mintiendo. Porque tus amistades ligan, tu perro liga y la última peli que viste el protagonista tenía una doble vida llena de mentiras, así que no vas a ser menos.

Aunque claro, tú, que vas intentando picotear, cual pajarillo, primero no te comes una rosca y luego, el día que consigues algo meridianamente serio, como digas que vas a comprar tabaco y vuelves te montan un pollo, no se creen nada y te dejan plantad@ cual palmera en mitad del desierto. Esta exageración se debe a que, esta semana, nos han pedido que hablemos sobre el maravilloso arte de mentir para ligar. Porque para que te salga bien la jugada pienso que hay que tener tres cosas: una gracia especial, internet, esa ubicación llena de mentiras por excelencia, y una víctima inocente.


Lo primero le viene a la persona en cuestión de serie, como en los coches el abs o la radio con mp3, lo segundo y lo tercero -puede que de lo último a estas alturas personalmente me quede poco- es porque puedo aseguraros que, en una ocasión, me la metieron doblada (en sentido figurado).

Y ahora es cuando os cuento un caso concreto, de eso típico que pasa, como a tanta otra gente, cuando quieres entablar relación hasta con el apuntador vía chat/mail/foro: una, muy joven, tú, conoce a una teórica “ella” casi perfecta, tanto en medidas como en forma de ser hasta que se entera que resulta ser un él.


Decepción y chafón. Pero oigan, la trola de mi vida.