… una buena alfombra de pelo.
Sí, yo ya me descubro totalmente. Por si
acaso quedaba alguno que no lo sabía, soy de los que piensa que, donde hay pelo, hay alegría. Y en mi caso, un buen empalme.
Atrás quedó la época del metrosexual, ese ser inefable que se afeitaba/depilaba el pecho, el estómago, las
piernas, los brazos, la espalda, el vello púbico, las cejas, las patillas, las
nalgas y, si me apuras, hasta el agujero del culo. Vaya, un tío que le caía una gota de sudor en la sien y hacía carrera para llegar
al tobillo.
El pelo es sexy. El pelo es bonito. El pelo es masculino. Bien poco me importa que no sepas hacer la o con un canuto mientras tu pecho sea hirsuto (soy muy muy muy muy muy muy muy muy superultrahipermegamaxifan de esta palabra,
intentaré usarla unas cuantas veces). Porque no hay nada más sexy que un pecho
con su pelo –ya que nos ponemos, oscuro, aunque no le haré muchos ascos a un pecho pelirrojo- y su sombra capilar.
Pasar la mano por un pectoral con vello
es una sensación indescriptible. Pasar la mano por un
pecho depilado no es acariciar, es “dar cera, pulir cera”. Y aunque no tengas
mucho. Un pecho natural siempre será mejor que uno Gillette.
Que, a ver, tampoco estoy hablando de pelo rollo Chewbacca en La Guerra de las Galaxias, eh? Que hay alguno
que para comerle el rabo tienes que hacer
expedición a lo Indiana Jones y tampoco es
agradable.
En el término medio está la virtud. El pecho puede tener más libertad de crecida. Y las piernas y los
brazos, también. A mí, en mí, no me gusta ningún pelo en la espalda y pongo
remedio para los 4 pelos mataos que la naturaleza y la genética me han
incrustado encima del culo. Pero vaya, ahí ya cada cual. He conocido a una persona a la que le gusta que le meen dentro del culo. Así que seguro que hay gente a la que el pelo en la espalda nivel hacerle trenzas le ponga muy pálot.
Sin embargo, esto cambia cuando hablamos
del vello púbico. Vello público para algunos, que son de lo más suelto y
a la que le dices dos cosas, ya te están enseñando su varita mágica. Pero no me quiero
desviar por esos derroteros.
Chicos, el tamaño importa, como me preguntaban
aquí –llevo también tiempo queriendo linkear a un post antiguo mío, así que hoy estoy cumpliendo mis sueños más lúbricos en lo que a escribir se
refiere–, y hay veces que la genética no nos regala un tamaño
digamos excesivamente vistoso. Para que parezca más presentablehay truquitos. El más claro, desde mi punto de vista, es el de un buen
recorte. “Cuando no hay arbustos, el árbol parece más grande”.
Así que pelotas afeitadas, que por ahí tiene
que pasar la lengua, tronco del pene a cero (porque también pasan la lengua y los labios) y en cuanto al matojo… Pues con un par de centímetros (si tenéis buena mata)
es suficiente. Incluso con uno y medio.
Porque el pelo nos gusta. Cada día
a más gente. El pelo es sexy (lo sé, me repito, pero es que es verdad).
Aunque, bueno, si un hombre hirsuto me recibe en calzoncillos y leyendo un libro tampoco me voy a quejar.
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