miércoles, 30 de abril de 2014

Mentir para ligar

Por Perradesatan, hetera y entera


Venga chavales, aquí hemos mentido para ligar, pero todos. Y no puede ni Jesucristo decir "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra" porque hasta él fue por ahí diciendo que era el Hijo de Dios para tirarse a María Magdalena, y eso que se la podía haber hecho con unos dinares o lo que sea la moneda de aquellos tiempos, pero a veces también cuando nos enamoramos nos volvemos muy tontos.

En el cara a cara es más difícil mentir, sobre todo porque hay que saber mentir y oye, hay gente que no sabe y que se le nota a la legua que te está colando una muy buena y ya sabes, eso hace perder todo el encanto. Pero luego hay gente que es jodidamente buena mintiendo y con esos (y esas) hay que tener cuidado, aunque, la mejor manera de estar a la altura de esa gente es prepararte tú también unas buenas mentiras y a ver quién puede más. 

Lo malo de las mentiras, y lo malo de las mentiras que salen de boca de rollos de una noche, es que puede que nunca descubras si lo eran o no. Pero lo bueno de las mentiras es que cuando se descubren, a no ser que sean cosas horrorosas, te echas unas risas. 

En mi efímera experiencia con los hombres, que no follo desde el siglo XX, las mentiras más comunes han sido siempre sobre el ¿a qué te dedicas?. Gente que no pasó de segundo de la ESO pero te cuenta que estudia cualquier carrera para poder follarte a ti que eres universitaria, gente que presume de tener mucho dinero que ha ganado él solito aún siendo tan joven y te quiere pagar todas las copas y un hotel si hace falta... También los ha habido que han presumido sobre sus relaciones pasadas: que si me follé a una modelo, que si me tiré a una famosa, que si te follo a ti y a todas tus amigas si quiero.

Porque los tíos son así, o eran, porque ya os digo que no tengo contacto con ellos desde que Aznar tenía bigote. Aunque si tengo que elegir una sola mentira como la más repetida probablemente sea el "te reviento" que les gusta decir a muchos y luego a la hora de la verdad pues mira, te habrás reventado tú porque lo que soy yo, nada de nada. 

Pero la cosa de las mentiras se vuelve ya algo fuera de control cuando hablamos de ligar por internet, que es una cosa que también hacía y hago mucho. Aquí tengo que ser yo la primera que se confiese. Como Perradesatan, muchos de los tweets que publico son completamente falsos o están muy exagerados, pero bueno, creo que ahí está la gracia. Pero una vez pasada la máscara de Perradesatan y ya en ambientes más íntimos, aunque sigan dependiendo del wifi, también he soltado alguna, por no dejar morir la magia.

¿Y por qué mentimos? ¿Por qué necesitamos contar mentiras para ligar? ¿Y si luego la cosa va a más? Yo una vez escarmenté a base de la experiencia y me prometí a mí misma no soltar bolas como camiones cisterna nunca más, y la verdad es que lo llevo bastante bien. Hace muchos, muchos años, tendría yo unos dieciséis años, o diecisiete como máximo, conocí a un chico por internet. ¡Cómo me gustaba! ¡Qué guapo era! Y claro, era de Sabadell, que en aquellos tiempos de conectarse a messenger a partir de las 6 de la tarde que era cuando empezaba la tarifa plana, Sabadell era como Japón hoy: estaba a tomar por el culo. Vamos, que yo que era una niña lista sabía que este y yo no nos íbamos a conocer nunca, pero aún así le quería y no quería perderle. Así que cuando pasaron los días y ya estaba claro que nos interesábamos mutuamente, decidimos intercambiar fotos. Él me pasó una, y bueno, de verdad, ¡qué mono! ¿y yo qué hice? Pues como era fea y gorda le pasé una foto de una compañera de clase que era amiga mía entonces y de la que tenía varias fotos de aquellas primeras fiestas a las que alguien llevaba una cámara digital. Y le gusté, claro, así que todo palante. No sé cuánto tiempo seguimos hablando por internet, en mi memoria parecen años, y no me extrañaría que realmente llegáramos a pasar un año hablando, porque de verdad que la cosa fue para largo. Éramos totalmente cibernovios. La cosa es que alcazamos una confianza tan grande que ya un día yo me dije: mira, está claro que no nos vamos a conocer nunca en persona, pero me cae tan bien que yo no puedo engañarle así de esta manera. Así que en un acto de inteligencia máxima le borré de todos los sitios a los que pudiera tenerle agregado porque no había huevos de contarle la verdad. No obstante, con el tiempo, cuando ya la cosa se convirtió en simplemente una anécdota, le mandé un mail diciéndole toda la verdad y nada más que la verdad. E-mail que, por otra parte, jamás contestó. Todo mi corazón roto. 

Y aquel día aprendí la lección de que jamás volvería a mentir tan descaradamente, mentiría pero de manera más disimulada y sin que diera pie a que si al final la persona a la que le estoy mintiendo resulta enamorarme locamente, no tenga yo que deshacerme completamente de él y al final a llorar. Y desde entonces yo ya casi no miento para ligar, porque también tengo la suerte de ser una persona tan guay que no necesita mentir para molar.  


PD: si eres la persona protagonista de la historia que he contado (historia que es 100% cierta), sigo interesada en contactar contigo. Escríbeme.

martes, 29 de abril de 2014

Vaginas

Por Flanny, el maricón



Vaginas. Tenemos que escribir de vaginas. Creo que si la cabeza pensante de Espectáculo de varietés hubiera decidido que habláramos de las implicaciones diarias y habituales de la Física Cuántica tendría mucho más que decir sobre el tema. Pero en fin, allá vamos. 

La verdad es que una de las pocas cosas que sé de las vaginas es que los seres humanos que las poseen, de buenas a primeras, ya me caen mejor que los que tienen pene. Es una norma: si eres tía, a mí me entras mejor por el ojo. Si eres tío, ya te empiezo a escasear y a imaginar si vales como novio o como polvo. Y, claro, así no se puede ser amigo de nadie. 


La última vez que toqué una vagina debió ser cuando salí del coño de mi madre. Para que os hagáis una idea. Tuve una novia durante 9 meses y ni me acerqué allí. La chica no sé si lo notó o no, pero como era un poco puritana, no le importaría. “Qué chico más respetuoso” supongo que pensaría. Claro, la cosa por ahí no tenía ningún futuro…

A ver, en teoría, conozco el tema de la vagina. Lo he estudiado en clase. Sé que es lo vulgarmente conocido como “la raja del coño” y que tiene labios superiores e inferiores. Luego ya por dentro está el aparato reproductor femenino, el clítoris, el punto G, la zona de micción, la de por donde va el pene (o el dildo, o los dedos, o la lengua si es larguita,..). 

Vamos, que completamente desconocida no me es. Una vez conocí a un chico que creía, con 22 años, que las mujeres meaban por el culo y que la vagina sólo servía para traer niños al mundo. Un chico con novia, con la que follaba y todo. Se ve que nunca se le había ocurrido mirar. O preguntar. 

No, no. Yo tengo algún conocimiento más que ese. Aunque sea teórico.

Mi problema viene por la falta de atracción hacia esa parte de la anatomía femenina. Tapada por pelos o destapada por cuchilla, es un lugar que no me atrae en absoluto. Siempre digo lo mismo: yo no chupo nada que supure durante todo el proceso


Mis amigos heteros (los novios de mis amigas o de los que me he empollado, como contaba en el anterior post) han tenido mucho que ver en ese odio. Es incomprensible que, con lo que me han contado, puedan gustarme las vaginas. Un sitio caliente, húmedo y que lanza líquido con el que se te queda el morro “como de charol” (sic), como que no parece el lugar más atractivo de la Tierra.

Aquí, por tanto, tengo que volver a darle un punto a los hombres: es mucho más estético un colgador de toallas que un hachazo entre las piernas. E infinitamente más útil. 


Pero ya digo que, principalmente, hablo desde el desconocimiento. No me he puesto a investigar ni en la Wikipedia, ni mucho menos abriendo las piernas de una fémina para poder conocer con mayor detalle este lugar místico y mítico para muchos hombres y mujeres. 


Cada vez que lo pienso, me acuerdo del chico de la asociación de Gordos Anónimos con el que queda Miranda y al que le tiene que dar un Kleenex para que se limpie antes de besarla. Y, de nuevo, sale la parte de “poco atractivo” que tanto me viene a la cabeza cuando pienso en una vagina. Así que voy a poner “penes grandes” en Google para contrarrestar este texto. Ahora vengo.


lunes, 28 de abril de 2014

Vaginas

Por Perradesatan, hetera y entera


Me gustaría hacerme la rebelde y poder decir "de vaginas nada, yo solo quiero penes", pero en el fondo es mentira. Porque yo tengo una vagina y la quiero mucho. Somos grandes amigas. Ella me quiere, yo la quiero. Tenemos una relación muy bien correspondida.

La vagina es más fea que el pene, pero más interesante. Porque tiene más secretos. El pene es "arriba y abajo" y poco más, pero la vagina es como un parque de atracciones todo construido dentro de tus piernas. Arriba, abajo, a un lado, al otro, padentro, pafuera, dar vueltas. Todo. Y todo muy bien.



El problema que tienen las vaginas es... un poco como el de los iPhones. Todos podremos tener uno, pero no todos sabemos 1) utilizarlos 2) sacarle el mejor partido.

Que sí, que todos sabemos cómo funciona una vagina, y, ¿cómo no vamos a saber usar un iPhone? mejor que una vagina, si cabe. Y... no quiero señalar a nadie. Pero a mí me da que hay bastantes tíos, y por qué no decirlo, Carmen, tías, que no saben usar en condiciones lo que tienen entre sus piernas.

Para empezar, una cosa que me llama a mí muchísimo la atención son todas esas mujeres que por ¿asco? mojigatería, vergüenza, falta de conocimiento, o vaya usted a saber, no se masturban. Y os juro que estas mujeres existen. Yo me he cruzado con ellas y he conversado con ellas en varias ocasiones a lo largo de mi vida. Pues bien, esas mujeres, así, ya de primeras, no saben utilizar su vagina. Sabrán mear, sabrán ponerse un tampón, pero no saben usar su vagina.


La vagina está ahí para muchas cosas, y aunque la mayoría de ellas sea para expulsar cosas de nuestros cuerpos (pis, sangre, bebés), hay una muy interesante que consiste en meter. Meterse cosas por la vagina (penes, manos, dildos). ¡Pero ojo! que en una vagina no todo es meter. También hay que acariciar, y, por qué no, frotar. 

Y que esto sirva también para todos aquellos hombres que, con la edad que tienen, todavía no saben, tampoco, cómo se usa una vagina. Aunque sigo pensando que lo de la mujer que no sabe usar su propia vagina es todavía peor, porque oye, a usar una vagina se aprende usándola, y los hombres no siempre tienen una vagina con la que practicar, pero nosotras... ¡todas! De todas formas, amigas, nunca está de más enseñarle a un chico cómo queréis que os la toque. Que al fin y al cabo, cada vagina es un mundo.


A las mujeres que no saben usar su vagina yo les digo ¡pavas, que sois unas pavas! ¡Y peor para vosotras! Y a los hombres que no saben usar una vagina les digo: la vida real tiene poco que ver con el porno y una vagina no es tu polla. 

Pero, ¿y cómo se le saca el mejor partido a una vagina? Ahí cada una puede aportar su propia respuesta, pero una vagina, simbólicamente, ya no solo como parte del aparato reproductor, puede usarse para muchas cosas, algunas buenas, otras malas y muchas, geniales. Y si no es os ocurre nada, echadle un vistazo a Instinto Básico, que ahí Sharon Stone os da un buen ejemplo.  

viernes, 25 de abril de 2014

Vaginas

Por Aday, heterocerdo


Coños peludos como en el porno setentero. Coños sin pelo como de muñequita. Coños con pista de aterrizaje. Coños con césped en el que le gustaría jugar a Xavi Hernández. Coños rosaditos. Coños rojo rubí. Coños negros. Coños limpios. Coños marca Pescanova. Coños estrechitos como una adolescente en una serie hentai. Coños como la M-30. Coños. Chochos. Punanis. Parrusquitas. Chichis. Whoppers. Sonrisas verticales. Cortinitas de carne. La boca de metro del cuerpo humano. Del coño venimos, y al coño queremos volver constantemente.


Son calentitos, húmedos y acogedores. Impagable ese escalofrío que sientes en la primera metida a pelo en un chochito bien preparado, como un horno precalentado antes de introducir una pizza casera. No se queda atrás la sensación al meter los dedos y sentir al tacto todo su calor, y el sacarlos empapados de sus flujos, así como separarlos y ver entre medias los hilillos de los mismos.

No nos engañemos, el sabor no es precisamente celestial. Pero, qué demonios, a quién no le gusta saborear un buen coñito limpio. Lamer y succionar los labios, jugar con la lengua en la entrada, rodear suavemente el clítoris hasta acabar dándole al mismo, aumentando progresivamente el ritmo. Porque se trata de que ella disfrute, claro, pero también de que goces tú también el whopper. Que nunca se sabe cuándo es el último.


Georgia O’Keeffe pintaba claramente coños en forma de flor. Rocío Jurado cantaba con el coño. Sylvia Plath estaba loca del coño. El coño de Russian Red es rosita, huele a ambientador de cerezas y solo los puros de corazón conocen a qué sabe. El coño de Bebe es marrón caca y huele a kilómetros de distancia. El coño de Ana Rosa Quintana apesta a ácido úrico y mejor no imaginemos su aspecto. Mario Vaquerizo tiene un precioso coño moreno. El coño de Julieta Venegas tiene el pelo del pubis en forma de uniceja y el de los labios largo y colorido como un poncho. El coño de Esperanza Aguirre es duro como una roca. El de Paz Padilla puede hablar, pero lo hace demasiado y muy mal. El coño de Jennifer Lawrence se ríe de forma estridente. Ellen DeGeneres tiene coño y le encanta tenerlo, pero no más que el resto de los coños. El coño de Miley Cyrus está cansado. El coño de Lady Gaga es verde. El de Beyonce canta "who run the world? Pussies!". Y Blanca Portillo tiene rabo.


Vamos, que de coños se puede escribir hasta un libro. O, como mínimo, un par de artículos para Espectáculo de Varietés.

jueves, 24 de abril de 2014

Vaginas

Por Isabel, lesbomoñas


En esta ocasión en el espectáculo de varietés hablamos de vaginas. Porque, que gustan los tetámenes y culámenes es una evidencia, pero se convierte en obiedad con esos oscuros orificios de placer que tanto nos gusta abrir para ensanchar, meter y sacar.

Quería yo remarcarles la idea del dentro-fuera (como si estuviéramos en Barrio Sésamo), porque el mundo del arte ha plasmado múltiples y variados desnudos de todo aquello que acapara la mirada, es decir: el pecho y el sexo.


Pero claro, detrás de la vulva (con sus labios mayores y menores), la vagina es esa gran desconocida. Y aunque esta exposición: http://www.taringa.net/posts/arte/17327796/400-vaginas-de-400-mujeres-en-10-paneles.html, por el titular parece una cosa, ya les digo yo que lleva a engaño, porque nos muestra cuatrocientos chochetes, nada más, ni nada menos.


Sí, leen bien, el artífice de turno ha hecho moldes de nuestro exterior, y a lo mejor esto ahora es una cosa muy moderna, pero no me imagino yo a un renacentista pidiéndole a la modelo que le muestre hasta lo más profundo de su alma, literalmente.

A donde quiero ir a parar es que, cuando, por lo general, se tiene nula experiencia en menesteres sexuales, y en particular en el mundo bolleril, lo que se estilaba decir era un: conócete a ti misma, mírate con un espejito, tócate y todo aquello que te guste lo aplicas a la novia/amante/folla-amiga que te eches.

Y bastante que hacía ya la amiga de turno si daba tal consejo, pero claro, con eso parecía que todas las lesbianas del mundo fueran exclusivamente clitorianas y no les gustara practicar la penetración. ¡Ja! Pongámonos en el momento del acto sexual y que sólo te vas a valer de las manos (os dejo sin pene y sin dildos). 

Puede que en este punto, ellos, por lo que una escucha en algunos corrillos, sean unos “manazas”, pero ellas tampoco se libran, sobre todo si llevan uñas. Porque hay armas de destrucción masiva que no están catalogadas y algunas féminas llevan unos garfios gatunos que no son medio normales. 


Que a lo mejor a cierto sector le gustan los riesgos, pero igual que te aconsejan cortártelas para cuando vas a tocar la guitarra, y dicho instrumento dicen que es como acariciar a una mujer, haz caso y aplica lo mismo para cuando vayas a maniobrar.

Ahora dudo mucho que la humanidad esté tan pez, pero por si algún@ (que esto también se lo pueden aplicar ellos), me preguntara hoy qué hacer, aconsejaría cuidar el interior, que la vagina es una chica fina y delicada que le gustan tanto los mimos como los arrebatos pasionales.

Y por último, con este tan suculento postre de ejemplo les voy a dejar.

¿Ustedes que harían con el pastel?, comérselo, ¿no?


Pues para el exterior, y terminando de hilar con el dulce, si no se han empalagado ya, diría algo tal que: nuestros genitales son como un huevo kínder, de envoltura por fuera y regalito por dentro. Y como el de chocolate, el de verdad también se puede lamer y relamer.

martes, 22 de abril de 2014

La Amistad

Por Fede, estrella invitada


Debo comenzar esta aventura bloguera haciendo referencia a dos personas buenas que marcaron para siempre mi concepto de “paradigma” de la vida moderna.

Dos seres de luz, impregnados de visión cósmica, que con sus trayectorias fueron mucho más allá que el Hombre Bala del Circo de los Hermanos Floriano. A ellos, que les debo todo lo que no fui y jamás seré, les dedico este sentido homenaje: Steve Hierbabuena y Dieter Orgasmus.

Steve era un impúber jovial, nacido en familia hippy portuguesa, de costumbres nómadas y tártaras. A sus padres les habían echado de la URSS a cañonazos en la década de los 50, porque Stalin no era muy amigo del “flower power”  y, además, le molestaba mucho el tufo a incienso.

Hicieron parada en la desembocadura del Danubio, donde ejercieron como guías turísticos para políticos españoles. Allí nació Steve, pelón y sonrosado como culito de mandril. Los padres de Steve, propensos a los trastornos de huesos, decidieron cambiar el húmedo clima rumano por un zoo abandonado a las afueras de Budapest, donde Steve conoció de primera mano la rudimentaria vida de las fieras selváticas, a las que observaba con atención mientras transportaba sus deposiciones.

Casualmente, descubrió que el excremento de gacela, una vez seco, era muy generoso con el THC, convirtiéndose en un adolescente psiconauta tendente a la introspección y el ensimismamiento, pero también a la escritura de potentes ensayos metafísicos.

Steve relató sus viajes y vivencias con los guionistas de “Lost” en veintitantos tomos que jamás publicó, pero que me fueron confiados como premio a nuestra amistad, y que, por supuesto, nunca desvelaré.

Dieter Orgasmus era hijo de una acaudalada familia de Bruselas. Su padre, vendedor y fabricante de joyas, padecía los mismos trastornos óseos que los padres de Steve, por lo que decidió comprar un hotelito de cinco estrellas y campo de golf en la isla tunecina de Djerba.

Dieter creció leyendo la Torá, ayudando en el negocio familiar y mirando a las jacas francoalemanas bronceándose sólo con el tanga, en un ambiente de creciente religiosidad. No obstante, un día antes de cumplir los 16 un hecho marcaría su vida: una alta, rubia y culidura walkyria, aprovechando las carencias vitales del pobre Dieter, lo desecó durante una semana hasta dejarlo como un Ecce Homo.

Ella, al despedirse, le dio 100 euros en cambios y alabó su vigorosa herramienta, recomendándole que la usase en beneficio de la Humanidad. Dieter, haciendo caso de ese consejo, tomó cuanta hembra francoalemana pasaba por su hotel. Y no sólo eso: las mismas señoras extendieron el rumor por toda Francoalemania de las bondades del muchacho, de ventana a ventana a viva voz, al albur de sus labores domésticas.

La madre de Dieter veía con gozo su hotel siempre lleno, y a la vez, veía con pena a su vástago de 48 años single y sin cuenta en eDarling, de tal manera que apañó el matrimonio de mi amigo con una prima lejana que cuidaba un zoo a las afueras de Budapest.

Dieter escribió un diario de veintitantos tomos relatando poéticamente todas sus aventuras con las walkyrias francoalemanas, el cual, me fue consignado como premio a nuestra amistad. Por supuesto, debido al aprecio que siento por él, jamás divulgaré su contenido.

lunes, 21 de abril de 2014

La Amistad

Por Aday, heterocerdo


Como todas las semanas, recibo en mi correo un encargo. Tengo que matar a... ah, no, no, eso no es aquí. Tengo que escribir sobre la amistad, me dicen. Aún recuerdo cuando en el colegio el profesor estaba hasta los huevos de nosotros y nos decía: hoy, redacción libre. Que era su manera de decir: paso de vosotros, hoy no quiero trabajar, escribid lo que os salga de los cojones. No estoy diciendo que la jefa nos haya transmitido ese mensaje esta semana. El paralelismo va porque, como cuando el profesor vago de turno me decía eso, he quedado bloqueado al recibir un tema tan general. Ahora es cuando echo de menos escribir sobre cerdadas.


Pero como, entre otras cosas, soy un poco Abed Nadir, el mundo audiovisual siempre me puede salvar el culo. La amistad es tan, tan, pero tan importante, que últimamente en la nueva comedia americana está sustituyendo al clásico chico conoce chica. En "Girls", sin ir más lejos, Hannah se da un baño en un momento complicado mientras canta "Wonderwall". Jessa, por su parte, en otro momento difícil, llega y ve la escena.
Hannah se avergüenza pero Jessa, lejos de reírse de ella, se desnuda y se mete también en la bañera. Una escena maravillosa que representa como pocas veces he visto la amistad. El wonderwall. Yo, seguramente, hubiese cantado una de Adele, pero también hubiera dejado que un amigo se metiera en la bañera en ese momento. Rolling in the deep. Y recordad que yo soy el heterocerdo.


En "Superbad" -lo siento, pero mi religión me impide escribir "Supersal..."-, Michael Cera y Jonah Hill hacen una pareja pluscuamperfecta. Porque todos hemos pensado alguna vez, y muy probablemente lo hayamos hablado entre amigos, eso de "si fulanito/a tuviera chocho/rabo...". Y esa es la esencia de esta película. Es una comedia que busca la gracia, por forzada que sea, cada dos segundos, no me engaño. Pero tras esa máscara de "comedia gamberra" -cómo odio esa puta expresión- hay un guión muy consciente del tema de la amistad, de la relación entre los personajes de Cera y Hill más allá de los chistes que hagan y las vueltas
que den para buscar alcohol y follarse a Emma Stone. De hecho, todo esto deriva en uno de los finales más desconcertantes y, a la vez, más gays que recuerdo. Tanto en las pantallas como en el mundo de a pie, los amigos han de ser un wonderwall, comerse marrones, ayudar a ligar, incluso a desligar si es preciso. Y, sobre todo, no tomarse la amistad a la ligera.

Me refiero a eso de "te quiero, pero solo como amigo". O "solo somos amigos". Vamos a ver, hijos de la grandísima puta. Con la amistad no hay "peros" ni "solos". La lealtad que viene ligada a la amistad es un valor que jamás puede ser banalizado de esa manera. Por tanto, camaradas, si alguien con quien queréis encamaros, os suelta ese tipiquismo de "SOLO vamos a ser amigos", definitivamente, no solo no vas a follártelo, sino, además, sería muy mal amigo. Retiradle la palabra inmediatamente.

Esto es importante sobre todo para los chicos heterosexuales como yo. Veamos. Es muy posible que, a lo largo de nuestras vidas, tengamos más de una y más de dos amigas heterosexuales libres de compromiso. Puede que, en principio, no tengamos la clara intención de follarla. No lo pondré en duda. Pero, ¿queremos? La respuesta es invariablemente SÍ. Pensemos con claridad y sin barreras. Y si te empeñas en decir que no, que venga ella y te lo pida, para que veas cómo cambias de opinión. "Bueno, pero es que la chica es... simpática". Está bien, mensaje captado. Capta tú ahora este: si la chica viene con toda su simpatía y se te pone tontorrona, inmediatamente pensarás "joder, le gusto", y entonces te pondrás cachondo y te la follarás.

Así, resumiendo. Lo que no hay que dejar nunca de tener en cuenta es que la amistad está por encima de todo. De segundas intenciones, de pensamientos obscenos y de confesiones jugando a "verdad o reto", aunque ya estés más cerca de los 30 que de los 20. También de alejamientos momentáneos cuando vuestras vidas cambian y empiezan a ir por vías distintas, de la distancia y de cuestiones momentáneas. Porque, pase lo que pase, un amigo siempre estará ahí para apoyarte en tus locuras y ayudarte a esconder los cadáveres que vayas dejando por el camino.


lunes, 14 de abril de 2014

La amistad

Por Flanny, el maricón



Esta semana el tema es "la Amistad". Pero como mi sección es mía y me la folló cuando quiero, he decidido que voy a hablar de la amistad, pero desde un punto de vista sexual. Si es que no sé cómo lo hago, pero al final siempre voy a lo mismo. Os cuento.

Hace un tiempo, un amigo (bisexual, y esto es importante), me preguntó:

-Oye, ¿tú no tienes ningún amigo que sea heterosexual?

Me quedé pensando un rato y le contesté: "Claro que sí, hombre. Casi todas mis amigas son hetero. Alguna lesbiana hay, y unas pocas bisexuales. Pero la mayoría son heteros".

- No, no. Me refiero a amigos. Masculinos.
- ...

Y, claro, me dio por pensar. Porque, ¿qué respondo? Sí, alguno tengo por ahí. Conocidos, compañeros, coleguillas. Pero, ¿amigos? Bueno, dejando a un lado lo de "los verdaderos amigos se pueden contar con los dedos de una mano... y sobran dedos" y también la perversión de la palabra "amistad" que ha proporcionado el Facebook (ya, si eso, otro día me meto en eso)... Sí, tengo alguno... Pero siempre tienen o han tenido un pero. Principalmente, que me encoño (¿debería decir empollo?) de ellos.

La verdad es que sólo hablo por mi experiencia. Que, ahora que lo pienso, suena un poco egoísta. Pero bueno, para eso soy el que escribe aquí. Quien quiera diferir de mi opinión, que lo haga en los comentarios o que se abra su blog propio, que es gratis.

En fin, que desde que tengo uso de razón gay -que no, no es la misma que la razón-razón, que esa no la creo que la haya conseguido aún-, siempre que conozco a un hetero, acabo perdidamente encoñado de él (tendré que acostumbrarme a decir empollado, porque enamorado ni de coña). Y, casualmente, coincide con cuando estoy más salido que nunca.

Me pasó ya en el colegio, en esa época en la que sabes que lo eres, pero no quieres reconocer ni a ti mismo que eres gay (cuesta, mucho, creedme). Ahí estaba... le llamaremos Francisco. Fran. Sí, me gusta. El caso es que ahí estaba. Hablábamos como dos "amigasquinceañeras" (siempre de la chica que le gustaba en ese momento), compartíamos horas y horas de compañía mutua, nos lo contábamos todo,... Hasta que consiguió a la chica (bueno, las consiguió a todas, que uno no se empolla de cualquiera, qué os creéis) y empezaron los celos.


Conseguí un par de besos, un calentón importante y... poco más.

Luego llegó la Universidad. Con ella, nuevos amigos, nuevos empolles, viejos empolles que cobraron fuerza, una historia demasiado triste para contarla ahora mismo, que siempre se me caen las lágrimas… Y esto es para pasar el rato, no para deprimirse, qué narices... 

Luego otro medio-enamoramiento (y, por tanto, medio-empollamiento) de alguien que creí que era gay, que luego no lo era y que ahora me llegan rumores de que puede serlo (un lío, ¿verdad?). Y durante todo ese tiempo, además... Berto (por ejemplo, por llamarlo de una manera).

Se convirtió en mi mejor amigo y fuimos inseparables durante los cinco años que duró la carrera. Luego se acabó la carrera, mantuvimos el contacto un tiempo... y se acabó. A broncas, como los novios. Y es que nuestra relación fue bastante matrimonial. Supongo que me lo busqué, porque iba detrás de él como una novia enfermiza. Y así me fue.


Así que decidí no volver a tener amigos heteros. O si los tenía, que fueran feos. O que no me gustaran nada. Y, hasta el momento, me había ido bien.

Lo único que me he permitido es tener amigos heteros que, o bien estén casados (aunque sean monísimos y estupendos y bastante sexies, y en el fondo me pongan como una perra en celo), o bien sean amigos de amigas. 

Así no me meto mucho en la relación y, aunque normalmente me pongan bastante (tendríais que ver a los maridos y los amigos de mis amigas, que están buenos pero un rato largo), como no tengo relación más allá de cuando nos juntamos en casa de la amiga común, todo va bien.

Total, que creía que me había curado de esto. Pero hace poco conocí a otro hetero. Lo llamaremos Diego, esta vez. Diego es un encanto. Me lo paso bomba con él. Me río, se ríe conmigo, viene a visitarme al curro, hablamos por el messenger... Si hasta incluso ha venido a mi casa "a hacerme una visita" en más de una ocasión.. Y se ha quedado a dormir. "Podemos dormir en la misma cama, no hace falta que me pongas las sábanas en la habitación de invitados". "Mira, casi mejor que sí, Diego, casi mejor que sí". 

En fin... que me estoy empezando a sentir (bueno, lo siento desde hace tiempo ya, para qué mentir) un poco empollado. Y no mola. No mola porque, además, con este chico me pasa algo raro y es que creo que entiende por momentos. Vale que mi gaydar (el radar-gay con el que todo homosexual nace, en teoría) está más pirado que HAL 9000, pero la verdad es que yo cada día le veo más punto.


Vamos, que sigo con el calentón, pero con éste ni siquiera he conseguido un beso en la mejilla (todo se andará). Para terminarlo de complicar, el chaval va y me dice que quiere cogerse una buena borrachera conmigo. Vamos, que me estoy perdiendo...

Y no quiero, porque, en teoría, es hetero. Tiene novia y tal. Aunque sale por sitios de ambiente "porque te lo pasas bomba", no pasa un día sin que hablemos por el messenger 3 veces mínimo (algo que no es muy normal) y me llama Jack "por ponerme un mote cariñoso". Normal, normal, no es. ¿No creéis?

Probablemente no pase nada. Y estoy en tratamiento para curarme de mi heterofilia. Me han admitido en un grupo de neoheteros (un concepto que espero poder desarrollar otro día) y estoy integrándome con facilidad. Y hablo de penes sin pensar en los suyos. Y esas cosas. 

Pero no puedo tener un amigo hetero. Al final, mi pene manda. @elpollndeFlanny es lo que tiene.


miércoles, 9 de abril de 2014

La amistad

Por Perradesatan, hetera y entera


Pues no es tema complejo ni nada la amistad... pero el público manda y ya que uno de nuestros fans nos ha propuesto hablar sobre esto, vamos a ello. Además, yo tengo mucho que decir. 

¿Qué es la amistad? Pues ni idea chica, no sabría definir la amistad con palabras, solo puedo definirla con sentimientos. La amistad es una cosa bonita que me hace feliz. Mira qué cuqui me ha quedado.


Para mí, amigos son aquellos que me hacen sentir segura, aquellas personas con las que comparto mis ideas, mi vida, personas con las que reír, con las que llorar, personas que me conocen muy bien, que me quieren... porque es muy fácil decir "los amigos son personas que no me follo", ya que en este momento de mi vida hay más de seis mil millones de personas en el mundo que no me estoy follando, pero, ¿amigos? amigos no tengo tantos.


Mis amigos son, sobre todo, personas que molan. Cada uno a su manera, claro, porque a lo mejor unos molan para salir de fiesta, otros para viajar, otros para ir al cine y otros para quedarse en casa cotilleando. Tienen varias edades... los tengo desde algo más jóvenes que yo hasta bastante mayores. Tienen vidas muy distintas a las mías. Incluso aficiones distintas a las mías. Tengo una amiga a la que le gusta Don Omar. No os digo más. 


A algunos de ellos los conozco desde mi más tierna infancia, a otros me los he ido encontrando. A unos los veo más a menudo, a otros solamente cuando puedo o mi vida loca me lo permite. A muchos los admiro y a todos los necesito, porque no hay nada mejor en esta vida que tener amigos. A lo mejor follar, pero bah! A mí me hacen más feliz mis amigos.

lunes, 7 de abril de 2014

La amistad

Por Isabel, lesbomoñas


Poetas, filósofos, películas y hasta grupos musicales han versado ríos de tinta, rollos fílmicos y notas de solfeo para hablar de nuestro tema semanal en plan conceptual. Y mejor, porque no estoy aquí para hacer que nos devanemos los sesos sino más bien para bucear un poco en lo sentimental.

¿Porque qué tipo de amistades tenemos? Yo que soy de hacerme amiga hasta de las piedras que encuentro por el camino, si las circunstancias dan pie a ello, voy a intentar ilustraros un poco con algunos ejemplos de amistades que podemos encontrar a lo largo de nuestras vidas.


Imaginarias. Estas suelen darse cuando somos un@s retac@s y aún no sabemos decirle a la vecin@ de pupitre si quiere ser nuestr@ mejor amig@, aunque sea por un día. Lo mejor es que puedes tener unas conversaciones contig@ mism@ interesantísimas, pero quizá te miren raro por ir hablando sol@ por la calle.

Por correspondencia, mail, wasap, Skype, quizás hasta por teléfono o cualquier derivado. Si sigues siendo de los vergonzos@s y has pasado por haber tenido un amig@ invisible puede que esta sea tu mejor opción. Incluso la opción más lógica.


Hasta que no pongas la cam o queráis conoceros en persona, no tienes por qué mostrarte físicamente y, por lo general, no suelen juzgarte mucho cuando les cuentas tus problemas personales (al menos en los casos que he podido constatar).

Del colegio y de la universidad. Los segundos son más intercambiables. En cambio, los primeros suelen ser más duraderos, como las pilas. Muchos de los tres casos anteriores se convierten en follamig@s, porque la amistad también está para disfrutarla en más de un sentido.


Aunque cuidado con tirarte a novi@s o exes de amig@s, a no ser que quieras vivir tu propio culebrón en el que al final resulta que dicho element@ era el/la amig@ de el/la amig@ de uno/a de tus mejores amig@s (uh, vaya lío) y todo termina más enredado que The L Word.

Como todo, mejor tener cuatro amig@s, que el resto son conocidos de los de: a ti te conocí en la calle y te agregué al Facebook porque sí.



Los mejores amig@s, en resumidas cuentas, son los que te acompañan en las primeras clases, los primeros amores y los últimos sinsabores. Algunos de estos especímenes se convertirá en el/la amig@ de toda la vida o del alma, ya que muchas veces va relacionado.