martes, 4 de febrero de 2014

Homosexualidad reversible

Por Antonio Bret, hetero de cintura para abajo



Cuando leí en el mailing semanal que el nuevo tema a tratar era ''homosexualidad reversible'' me quedé un poco loco. ¿Qué coño es eso? ¿Que un día te molaban las pollas, pero el jueves siguiente te caíste de boca en un coño y luego el martes otra vez te volviste maricón? Menos mal que el susto duró poco, aunque no la extrañeza: el concepto se refería a ese empeño que tiene la iglesia católica en meterse en asuntos que le vienen de lejos, como es el sexo. Inventado o no, yo me atengo a lo que me mandan, así que voy a opinar acerca de eso de la ''homosexualidad reversible''.

No tengo ni puta idea de cuales son los estamentos morales sobre los que se establece la iglesia católica. Sé, por ejemplo, que no puedes follar antes del matrimonio y que la homosexualidad es concebida como una patología. Si eso es lo que dicta su libro sagrado, Dios, Jesucristo o la paloma de marras, me parece coherente que luchen contra ello. Ojo, no me parece bien, no me gusta, ni siquiera es una conducta que respeto. Pero, en su modus operandi, es coherente. Lo que no es coherente es que un cura abuse de niños. Eso ya no. Entonces aquí el problema: cuanta importancia tiene lo que diga un cura en nuestra sociedad actualmente, cual es el poso que deja que un sacerdote diga que la homosexualidad se cura como quien cura la hipertensión. No creo que sea mucho o excesivamente dañino, sinceramente: la mayoría de la gente inteligente -quiero pensar- asiste a esas declaraciones con vergüenza, sintiendo lástima del que las ejecuta. Así, debería no importarnos lo que ha dicho alguien que, aparentemente, no ha practicado el sexo en su vida. Tan solo actúa por lo que le ha dicho el hombre del espacio, en el que cree ciegamente, sin tener ni una prueba mísera de su existencia. A eso lo llaman fe. Para mi fe es tener un trabajo, o montarme un trío con mi novia y Megan Fox y que lo filme Michael Bay, pero eso es otra historia. Más divertida, pero para mí se queda.

En la sociedad española, tristemente, esta secta religiosa católica tiene mucho peso. No tenemos una educación laica, a pesar de lo que diga la Constitución, y si en el instituto le enseñamos a los chavales a ponerse un condón vamos a estar propagando que follen entre ellos como monos, no educándoles para que tengan una vida sexual sana y sin taras. Y vamos a tener que seguir aguantando que, día tras día, estos espantajos disfrazados de negro enarbolen la bandera de la normalidad, de su normalidad, de lo que es una familia normal y un sexo normal y un maricón va a ser un depravado y una bollera lo que necesita es una buena polla. Perdón, un buen marido. Con una buena polla.

Así que es mejor que todo esto nos lo tomemos a broma. A lo mejor pienso así porque soy hetero, y no tengo por qué aguantar que, de vez en cuando, alguien me llame enfermo. Qué queréis que os diga. Cuando os lo llamen, medicaos. A todas horas. Sobredosis de medicina. A ver si así os curáis, desviados. Que me tenéis hasta el coño.

1 comentario:

  1. Eso es lo que a mí más rabia me da: que el Gobierno haga caso a un grupo que en la sociedad no debería tener ninguna entidad moral. Pero vaya, volvemos a la moral cuando me gustaría que tratáramos la ética.

    Igual que me gustaría que la gente dejara de equiparar "pecado" a "delito". Pero bueno, vivimos en el país en el que vivimos y lo permitimos.

    Yo la única medicina que necesito es un buen rabo de vez en cuando. Por vía oral. :D

    ResponderEliminar