viernes, 28 de febrero de 2014

Romanticismo en el siglo XXI

Por Aday, guest star


DON DRAPER


En Espectáculo de Varietés se han vuelto locos. Sin conocerme de nada, me dejan escribir para ellos. Insensatos. Yo, que lo más cerca que he estado del espectáculo ha sido aquella vez que, después de bajarme unos ¿diez? gin-tonics y unos ¿cinco? chupitos de tequila, me puse a bailar sin pantalones en la tarima de una famosa discoteca de una ciudad indeterminada.

Romanticismo en el siglo XXI, es el tema que me proponen. Yo, que lo más cerca que he estado del romanticismo ha sido aquella vez que le chupé los pies a una chica que conocí en Alcohólicos Anónimos tras decirle que nuestro terapeuta era un hijo de puta petulante. Pues a ver qué sale.

Si entendiéramos el Romanticismo de una forma pura e intensa, a flor de piel, como lo hacía Edgar Allan Poe, aún estaríamos adorando a chicas guapas muertas. Y no me refiero a los fans de Audrey Hepburn. Poniéndole un ¡oh! a cada frase, temiendo y deseando la guadaña a cada segundo, y todos los gatitos monos que hay en Internet se convertirían en tenebrosos gatos negros. También nos follaríamos a nuestras primas, pero esa es otra historia. Sin querer hacer un repaso por la historia de la literatura y su influencia en la humanidad, pues no soy ni mucho menos el indicado para hacerlo, podríamos mirar los tintes románticos en Shakespeare. De hecho, él fue el que creó la hoy tan célebre figura de La Loca  del Coño en Antonio y Cleopatra, sin ir más lejos. Una historia de amor y traición a partes iguales que bien podríamos ver reflejada en la Infanta Cristina. O igual son cosas mías. 

También nos podemos parar a mirar historias de conquistadores legendarios que, sin comerlo ni beberlo, se
enamoran de una chica que les hace más bien poquito caso y entonces aprende una lección que le sirve para enamorar de verdad a la moza en cuestión y quedarse con ella para toda la vida. El clásico hacerse la dura de toda la vida, que todos hemos sufrido. Y, ¿por qué no decirlo?, el legendario pagafantas, el primero, el original, el creado por Capote en Desayuno con diamantes. Poemas de Bécquer, canciones desesperadas y demás alegorías al amor: el tema más universal de los temas universales. El que mueve el mundo, como las chicas de culo gordo.

Pero, ¿y en el siglo XXI? ¿Qué demonios temenos en el jodido siglo XXI, además de todas esas herencias?
La respuesta está en el episodio piloto de Mad Men. Don Draper está con uno de sus ligues furtivos, teniendo una conversación sobre el amor. Don, que habla poco y casi siempre enfadado, concluye diciendo que el amor lo inventaron tipos como él, sentados en sus despachos, paraque los maridos comprasen medias a sus mujeres y así tenerlas contentas.

En eso está cimentado el mundo neoliberal. El mundo de las marcas. El siglo XXI es una mentira. Aun así, no todo está perdido. No puede estarlo. En este mundo podrido, lleno de mentiras, vendedores de humo y películas malas de Meg Ryan, por supuesto que queda sitio para el amor, aunque sea un invento de Don Draper.

Los comentarios de tus parejas amigas en sus respectivos muros de Facebook, los corazoncitos de WhatsApp, los pagafantas de Twitter diciendo a actrices porno que las aman y los vídeos de declaraciones de amor épicas subidos a YouTube con millones de visitas lo demuestran. Por mucho que nos machaquen y nos vendan ideas vacías hasta por medio del aire, siempre sentiremos amor puro y verdadero, porque es lo único que nos queda. Si todo es mentira, si nada tiene sentido, entonces, ¿por qué no darle nosotros mismos un sentido y, al menos, unas cuantas verdades?


Todo va a salir bien, le decía el ansia de reconciliación de Jack a Marla mientras veían como todo se derrumbaba ante sus ojos, a ritmo de Where is my mind? Justo antes del celebérrimo me has conocido en un momento extraño de mi vida. Esa maravillosa cita, ese maravilloso cierre de una historia de rebeldía, locura, amor propio y, ¿por qué no?, romanticismo, que muchos gilipollas sueltan a veces para justificar sus gilipolleces. De alguna manera, ese todo va a salir bien nos lo dice a todos. Todo va a salir bien por muy jodidos que estemos, por mucho que nos puteen, por mucha mierda que tengamos encima.

Esa es la idea, ese es el puto Romanticismo del siglo XXI. El no rendirse hasta la muerte, el pelear cada segundo, el derrumbar edificios a través del alter egos inventados si es necesario, partir unas cuantas caras por el camino. El todo va a salir bien.

Aunque, por otra parte, si me preguntan a mí qué es el Romanticismo, siempre responderé que esto:


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