martes, 11 de marzo de 2014

Operación bikini

Por Perradesatan, hetera y entera


La operación bikini creo que no existe, o si existe, yo no la he visto nunca. Pero nunca, nunca, nunca. Y dudo mucho que la vaya a ver yo mientras viva. 

Que hay mucha gente en esta vida que no tiene nada mejor que hacer que decirse "hala guapa, de enero a agosto no vas a saber lo que es echarte un sobre de azúcar en el café" y si fuera solo eso... todavía. Pero mira, cada uno en la vida tiene sus prioridades, y no puedo negar que no me de envidia esa gente que en marzo coge y se pone a comer lechuga y el 1 de julio pesa 10 kilos menos, pero chica, yo no nací para quitarme de comer.


Si Dios nos dio McDonalds, por algo sería. Y todos sabemos que el bikini es un invento del diablo, así que yo me acojo a mi moral católica, apostólica y romana y digo no a las dietas, que hay muchos niños muriéndose de hambre en África.

Y encima yo creo que la operación bikini es la peor de todas las dietas. Y si no es la peor, miradme a los ojos y decirme que no es la más frustrante. Porque si tú coges en octubre, por ejemplo, y dices "me pongo a dieta", y vas tú a tu Naturhouse y te tomas tus píldoras y te das tus palizas en el gimnasio y de repente llega Navidad y dices "hasta aquí hemos llegado" y te comes dos tabletas de turrón blando de un tirón, pues chica, ¡alegría pa tu cuerpo! y que te quiten lo bailao. Pero tú te pones en marzo y te dices "se acabó lo que se daba, a quitarme estas lorcillas" y un domingo de mayo estás hasta tu coño moreno y decides pedirte una pizza familiar y te la comes tú sola de una atacada... ¿qué pasa entonces? 


Pues pasa que la bajona que te entra es tan grande que acabas cancelando tus vacaciones porque en vez de una talla 38 de bikini, este verano vas a tener que comprarte una 40 y, vamos, ¿dónde se ha visto eso? Adiós crucero en el Caribe, hola casa rural en la montaña más alta de Los Pirineos, no sin antes haberte asegurado de que no haya un lago a 50 kilómetros a la redonda no siendo que a tu pareja, familiares o amigos les dé por decir "vamos a darnos un baño" y entonces tengas que volver a poner una excusa para no enseñarle tu fracaso al resto del mundo.

Decidme vosotros a mí si no es una vergüenza que una no pueda disfrutar de sus vacaciones sin tener que sentirse culpable por no haber comprado esos carísimos cereales de Special K que en quince días te iban a dejar como Doña Letizia Ortiz. 

Pues se acabó. En mi mundo de piruleta de la calle de la golosina no existe la operación bikini, y por eso somos todos tan felices (y sudamos tanto en verano).


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