Por Isabel, lesbomoñas
Poetas, filósofos, películas y hasta grupos musicales han versado ríos de
tinta, rollos fílmicos y notas de solfeo para hablar de nuestro tema semanal en
plan conceptual. Y mejor, porque no estoy aquí para hacer que nos devanemos los
sesos sino más bien para bucear un poco en lo sentimental.
¿Porque qué tipo de amistades tenemos? Yo que soy de hacerme amiga hasta de
las piedras que encuentro por el camino, si las circunstancias dan pie a ello,
voy a intentar ilustraros un poco con algunos ejemplos de amistades que podemos
encontrar a lo largo de nuestras vidas.
Imaginarias. Estas suelen darse cuando somos un@s retac@s y aún no sabemos
decirle a la vecin@ de pupitre si quiere ser nuestr@ mejor amig@, aunque sea
por un día. Lo mejor es que puedes tener unas conversaciones contig@ mism@
interesantísimas, pero quizá te miren raro por ir hablando sol@ por la calle.
Por correspondencia, mail, wasap, Skype, quizás hasta por teléfono o
cualquier derivado. Si sigues siendo de los vergonzos@s y has pasado por haber
tenido un amig@ invisible puede que esta sea tu mejor opción. Incluso la opción
más lógica.
Hasta que no pongas la cam o queráis conoceros en persona, no tienes por
qué mostrarte físicamente y, por lo general, no suelen juzgarte mucho cuando
les cuentas tus problemas personales (al menos en los casos que he podido
constatar).
Del colegio y de la universidad. Los segundos son más intercambiables. En
cambio, los primeros suelen ser más duraderos, como las pilas. Muchos de los
tres casos anteriores se convierten en follamig@s, porque la amistad también
está para disfrutarla en más de un sentido.
Aunque cuidado con tirarte a novi@s o exes de amig@s, a no ser que quieras
vivir tu propio culebrón en el que al final resulta que dicho element@ era
el/la amig@ de el/la amig@ de uno/a de tus mejores amig@s (uh, vaya lío) y todo
termina más enredado que The L Word.
Como todo, mejor tener cuatro amig@s, que el resto son conocidos de los de:
a ti te conocí en la calle y te agregué al Facebook porque sí.
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