miércoles, 30 de abril de 2014

Mentir para ligar

Por Perradesatan, hetera y entera


Venga chavales, aquí hemos mentido para ligar, pero todos. Y no puede ni Jesucristo decir "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra" porque hasta él fue por ahí diciendo que era el Hijo de Dios para tirarse a María Magdalena, y eso que se la podía haber hecho con unos dinares o lo que sea la moneda de aquellos tiempos, pero a veces también cuando nos enamoramos nos volvemos muy tontos.

En el cara a cara es más difícil mentir, sobre todo porque hay que saber mentir y oye, hay gente que no sabe y que se le nota a la legua que te está colando una muy buena y ya sabes, eso hace perder todo el encanto. Pero luego hay gente que es jodidamente buena mintiendo y con esos (y esas) hay que tener cuidado, aunque, la mejor manera de estar a la altura de esa gente es prepararte tú también unas buenas mentiras y a ver quién puede más. 

Lo malo de las mentiras, y lo malo de las mentiras que salen de boca de rollos de una noche, es que puede que nunca descubras si lo eran o no. Pero lo bueno de las mentiras es que cuando se descubren, a no ser que sean cosas horrorosas, te echas unas risas. 

En mi efímera experiencia con los hombres, que no follo desde el siglo XX, las mentiras más comunes han sido siempre sobre el ¿a qué te dedicas?. Gente que no pasó de segundo de la ESO pero te cuenta que estudia cualquier carrera para poder follarte a ti que eres universitaria, gente que presume de tener mucho dinero que ha ganado él solito aún siendo tan joven y te quiere pagar todas las copas y un hotel si hace falta... También los ha habido que han presumido sobre sus relaciones pasadas: que si me follé a una modelo, que si me tiré a una famosa, que si te follo a ti y a todas tus amigas si quiero.

Porque los tíos son así, o eran, porque ya os digo que no tengo contacto con ellos desde que Aznar tenía bigote. Aunque si tengo que elegir una sola mentira como la más repetida probablemente sea el "te reviento" que les gusta decir a muchos y luego a la hora de la verdad pues mira, te habrás reventado tú porque lo que soy yo, nada de nada. 

Pero la cosa de las mentiras se vuelve ya algo fuera de control cuando hablamos de ligar por internet, que es una cosa que también hacía y hago mucho. Aquí tengo que ser yo la primera que se confiese. Como Perradesatan, muchos de los tweets que publico son completamente falsos o están muy exagerados, pero bueno, creo que ahí está la gracia. Pero una vez pasada la máscara de Perradesatan y ya en ambientes más íntimos, aunque sigan dependiendo del wifi, también he soltado alguna, por no dejar morir la magia.

¿Y por qué mentimos? ¿Por qué necesitamos contar mentiras para ligar? ¿Y si luego la cosa va a más? Yo una vez escarmenté a base de la experiencia y me prometí a mí misma no soltar bolas como camiones cisterna nunca más, y la verdad es que lo llevo bastante bien. Hace muchos, muchos años, tendría yo unos dieciséis años, o diecisiete como máximo, conocí a un chico por internet. ¡Cómo me gustaba! ¡Qué guapo era! Y claro, era de Sabadell, que en aquellos tiempos de conectarse a messenger a partir de las 6 de la tarde que era cuando empezaba la tarifa plana, Sabadell era como Japón hoy: estaba a tomar por el culo. Vamos, que yo que era una niña lista sabía que este y yo no nos íbamos a conocer nunca, pero aún así le quería y no quería perderle. Así que cuando pasaron los días y ya estaba claro que nos interesábamos mutuamente, decidimos intercambiar fotos. Él me pasó una, y bueno, de verdad, ¡qué mono! ¿y yo qué hice? Pues como era fea y gorda le pasé una foto de una compañera de clase que era amiga mía entonces y de la que tenía varias fotos de aquellas primeras fiestas a las que alguien llevaba una cámara digital. Y le gusté, claro, así que todo palante. No sé cuánto tiempo seguimos hablando por internet, en mi memoria parecen años, y no me extrañaría que realmente llegáramos a pasar un año hablando, porque de verdad que la cosa fue para largo. Éramos totalmente cibernovios. La cosa es que alcazamos una confianza tan grande que ya un día yo me dije: mira, está claro que no nos vamos a conocer nunca en persona, pero me cae tan bien que yo no puedo engañarle así de esta manera. Así que en un acto de inteligencia máxima le borré de todos los sitios a los que pudiera tenerle agregado porque no había huevos de contarle la verdad. No obstante, con el tiempo, cuando ya la cosa se convirtió en simplemente una anécdota, le mandé un mail diciéndole toda la verdad y nada más que la verdad. E-mail que, por otra parte, jamás contestó. Todo mi corazón roto. 

Y aquel día aprendí la lección de que jamás volvería a mentir tan descaradamente, mentiría pero de manera más disimulada y sin que diera pie a que si al final la persona a la que le estoy mintiendo resulta enamorarme locamente, no tenga yo que deshacerme completamente de él y al final a llorar. Y desde entonces yo ya casi no miento para ligar, porque también tengo la suerte de ser una persona tan guay que no necesita mentir para molar.  


PD: si eres la persona protagonista de la historia que he contado (historia que es 100% cierta), sigo interesada en contactar contigo. Escríbeme.

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