Vaginas. Tenemos
que escribir de vaginas. Creo que si la cabeza pensante de Espectáculo de varietés hubiera decidido que habláramos de las
implicaciones diarias y habituales de la Física Cuántica tendría mucho más que
decir sobre el tema. Pero en fin, allá vamos.
La verdad es que una de las pocas cosas que sé de
las vaginas es que los seres humanos que las poseen, de buenas a primeras, ya
me caen mejor que los que tienen pene. Es una norma: si eres tía, a mí me entras mejor
por el ojo. Si eres tío, ya te empiezo a escasear y a imaginar si vales
como novio o como polvo. Y, claro, así no se puede ser amigo de nadie.
La última vez que toqué una vagina debió ser cuando salí del coño de mi madre.
Para que os hagáis una idea. Tuve
una novia durante 9 meses y ni me acerqué allí. La chica no sé si lo notó o
no, pero como era un poco puritana, no le importaría. “Qué chico más
respetuoso” supongo que pensaría. Claro, la cosa por ahí no tenía ningún
futuro…
A ver, en teoría, conozco el
tema de la vagina. Lo he estudiado en clase. Sé que es lo vulgarmente conocido
como “la raja del coño” y que tiene labios superiores e inferiores.
Luego ya por dentro está el aparato reproductor femenino, el clítoris, el punto
G, la zona de micción, la de por donde va el pene (o el dildo, o los dedos, o
la lengua si es larguita,..).
Vamos, que completamente
desconocida no me es. Una vez
conocí a un chico que creía, con 22 años, que las mujeres meaban por el culo y que la vagina sólo servía para traer niños al
mundo. Un chico con novia, con la que follaba y todo. Se ve que nunca se le
había ocurrido mirar. O preguntar.
No, no. Yo tengo algún
conocimiento más que ese. Aunque sea teórico.
Mi problema viene por la falta de atracción hacia esa parte de la anatomía
femenina. Tapada por pelos o
destapada por cuchilla, es un lugar que no me atrae en absoluto. Siempre digo
lo mismo: yo no chupo nada que
supure durante todo el proceso.
Mis amigos heteros (los novios de mis amigas o de los que me he empollado, como contaba en el anterior post) han tenido mucho que ver en ese odio. Es incomprensible que, con lo que me han contado, puedan gustarme las vaginas. Un sitio caliente, húmedo y que lanza líquido con el que se te queda el morro “como de charol” (sic), como que no parece el lugar más atractivo de la Tierra.
Aquí, por tanto, tengo que volver a darle un punto a los hombres: es mucho más estético un colgador de toallas que un hachazo entre las piernas. E infinitamente más útil.
Pero ya digo que, principalmente, hablo desde el
desconocimiento. No me he puesto a investigar ni en la Wikipedia, ni mucho menos abriendo las piernas
de una fémina para poder
conocer con mayor detalle este lugar místico y mítico para muchos hombres y
mujeres.
Cada vez que lo pienso, me acuerdo del chico de la asociación de
Gordos Anónimos con el que queda Miranda y al que le tiene que dar un Kleenex
para que se limpie antes de besarla. Y, de nuevo, sale la parte de “poco atractivo”
que tanto me viene a la cabeza cuando
pienso en una vagina. Así que voy a poner “penes grandes” en Google para
contrarrestar este texto. Ahora vengo.
"Morro de charol", asi, como concepto, atrae...
ResponderEliminarA mí me atrae como una mierda de perro en la calle, vamos. Pero es un concepto muy claro y evidente :P
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